Se detallan aspectos de su vida privada, sobre todo cuando era chico y la falta de afecto que tenían sus padres hacia él. El libro será presentado este mes

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2 de octubre de 2020, 13:09 PM
2 de octubre de 2020, 13:09 PM

"Pobre niño rico" decían en el Reino Unido sobre el príncipe Carlos de Gales, cuando este era pequeño, pues muchos sabían la vida de desapego familiar que llevaba adentro de los palacios. Nació en 1948 en Buckingham, en el centro de Londres, y cuando su madre, la reina Isabel II, dio a luz, su padre, el príncipe Felipe de Edimburgo no estaba presente, se había ido a practicar deportes. Cuando lo vio por primera vez dijo "parece un pudín de ciruela".

Todo ello y otros aspectos de la vida del heredero del trono británico se encuentran en la nueva biografía titulada Revelaciones del príncipe Carlos, escrita por la periodista Ingrid Seward, que cubre la Casa Real, y de la que el diario Daily Mail ya hizo unos adelantos, que se presentará al público este mes.

Cuando Carlos tenía cuatro años su madre se convirtió en soberana máxima del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en gobernadora de la iglesia anglicana y en reina de los 16 estados que forman la Comunidad Británica de Naciones, siendo una de las mujeres más poderosas del mundo.



La vida del pequeño príncipe cambió por completo. Si antes sus padres, y sobre todo su madre, no tenían tiempo para estar con él, a partir de la coronación de Isabel II, había menos ocasiones para que estén juntos. La falta de afecto y los rígidos protocolos reales marcaron su vida. Las obligaciones monárquicas obligan a que se separen constantemente.

Carlos y su hermana Ana, aún no habían nacido los príncipes Andrés y Eduardo, quedaron en manos de institutrices, que estaban a cargo no solo de su educación, sino también de su vida en general.

Los dos pequeños príncipes iban de palacio en palacio. Nunca tenían un lugar fijo, un sitio al que ellos puedan llamar casa. Sus padres viajaban constantemente, los veían muy poco, ni siquiera para sus cumpleaños podían estar a su lado.

Esta biografía cuenta que el príncipe Carlos, hasta en privado, tenía que saludar a su madre con una reverencia, llamarla señora o majestad. Le estaban prohibidas las muestras de afecto, de tocarla y menos darle un beso, pues así lo mandaba el protocolo real. La única muestra de cariño hacia su progenitora que le estaba permitida era darle la mano.

Así creció el príncipe Carlos. Era tímido, hablaba muy poco, era retraído y siempre tenía cara de tristeza. No le permitían tener amigos de su edad, menos salir a jugar a un parque o a campos deportivos.



Inicialmente estudió en el palacio de Buckingham, con tutores y profesores solo para él, no tenía compañeros de clases. Después ingresó al Trinity College, en Londres, donde se graduó con mención en Arte, y entre 1971 y 1976 se alistó a la Marina Real Británica, donde dicen que pasó buenos momentos, pues estaba al lado de mucha gente y sin los protocolos de la monarquía.

Su padre casi nunca estaba de acuerdo con él. Tenían personalidades diferentes, mientras el príncipe Felipe era extrovertido, conversador, de buen sentido del humor, Carlos era tímido, solo hablaba lo necesario, era serio y no ocultaba su tristeza, informa el diario La Vanguardia.

Cuando nacieron y crecieron sus hermanos la vida mejoró para Carlos, pues tenía con quienes compartir sus días, juegos y el protocolo del palacio. Al ser el mayor era quien los lideraba, lo que algunas veces no era bien visto por sus preceptores, que le exigían fiel seguimiento a las normas reales.



La biografía Revelaciones del príncipe Carlos incluye muchas fotos de la familia real británica, entrevistas a personas allegadas a la monarquía, personal de servicio de los palacios y amistades del heredero de la corona. Ingrid Seward, que durante varios años trabajó junto a la realeza y los acompañó en algunos viajes, estuvo presente en actos protocolares, celebraciones y servicios fúnebres, de ahí que conoce muy bien a los integrantes de la dinastía Windsor.