Se trata del Simon Bowes-Lyon, sobrino nieto de la soberana británica, que intentó abusar de una joven hace un año, en su castillo. En la corte se declaró culpable

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15 de enero de 2021, 16:20 PM
15 de enero de 2021, 16:20 PM

Las polémicas por abusos sexuales no paran en la familia real británica, al juicio que enfrenta el príncipe Andrés, por tener relaciones íntimas con una menor de edad, ahora se suma el escándalo que protagoniza Simon Bowes-Lyon, conde de Strathmore y Kinghorne y sobrino nieto de la reina Isabel II, a quien se lo acusa de haber querido violar a una joven.

El conde (34), que es familiar de los Windsor por el lado de la reina madre Isabel Bowes-Lyon, es dueño del castillo de Glamis, en Escocia y tiene una fortuna que llega a los 50 millones de dólares. Aunque no está en la línea de sucesión al trono es muy cercano a los hijos de la soberana y participa en los actos de la familia real.

La joven que fue atacada por Bowes-Lyon lo denunció ante la justicia porque en febrero de 2020, cuando ella fue invitada a una recepción social en el castillo Glamis y se quedó a dormir, recibió la visita en su habitación de Simon, a pesar de que no había sido consensuada.



El conde le pidió tener relaciones sexuales lo que su invitada negó de inmediato. Ante ello él se le abalanzó y trató de quitarle la ropa de dormir, forcejearon, le tocó lo pechos y los genitales, la golpeó contra la pared y siguió intentando llevar a cabo su cometido, sin conseguirlo, contó la víctima.

La joven dijo que el conde estaba ebrio, que la insultó y luego se fue. Ella llamó por celular a otro invitado que de inmediato fue a su habitación y pudo ver lo que había pasado. Trataron de contactar al anfitrión para pedirle explicación del abuso por él ya se había entrado a su dormitorio y no salió más esa noche, informa el diario ABC.

Al día siguiente se hizo la denuncia ante las autoridades locales por intento de violación. Luego de las investigaciones el conde fue llamado a declarar, asistió con sus abogados y se acogió a su derecho a quedarse callado.

Después de algunos meses el caso ha sido reabierto y esta vez Simon Bowes-Lyon se declaró culpable de intento de abuso sexual, con el atenuante de que tenía los efectos del alcohol. Sin embargo él mismo dijo que estaba profundamente avergonzado, que no era un justificativo el que haya estado borracho.



Los asistentes a la fiesta en la que sucedió el hecho también han declarado ante la justicia británica. Si el conde fuese hallado culpable se enfrentaría a una pena de hasta cinco años de prisión, que debería cumplir de inmediato en una cárcel de Escocia.

Como antecedente el conde tiene que una vez lo detuvo la policía en una carretera por conducir su motocicleta en estado de ebriedad, también por no cumplir con las normas de bioseguridad que rigen en el Reino Unido en la lucha contra el coronavirus. Es conocido por su gusto por los automóviles de lujo y por ser amigo de varias celebridades.

Esta sería la primera vez que un integrante de la familia real británica, aunque no es de primera línea, sea condenado a la cárcel por abuso sexual. Ni la reina Isabel II ni sus hijos han opinado de este caso, pues se trata de un hecho de carácter estrictamente privado.