Hace 30 años el religioso español Nicolás Castellanos puso en funcionamiento el proyecto social en el Plan Tres Mil. Gracias a él muchos chicos pudieron salir adelante. Te contamos algunas de esas historias de vida

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23 de enero de 2022, 16:28 PM
23 de enero de 2022, 16:28 PM

Por Adhemar Manjón

Hace 30 años, el religioso español Nicolás Castellanos puso en funcionamiento en el Plan Tres Mil, una de las zonas más pobres de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, la Fundación Hombres Nuevos, cuyo trabajo en este tiempo ha dado esperanzas y progreso a miles de niños y jóvenes que vieron cómo sus vidas cambiaban gracias a la educación y la cultura.

La fundación creó en estas tres décadas una orquesta sinfónica, una escuela de teatro (la única de Bolivia), decenas de escuelas, colegios e iglesias, además de muchos proyectos de desarrollo social con el que se vieron beneficiados más de 5.000 personas de escasos recursos económicos. “No hay nada mejor para ayudar a la gente que darle buena educación, es lo mejor para luchar contra la corrupción que tanto sacude a Bolivia”, asegura Castellanos, que dejó la presidencia de Hombres Nuevos en 2018, pero sigue de cerca el funcionamiento de la misma.
EXTRA conversó esta semana con algunas de las personas que consiguieron salir adelante gracias a esta fundación, que tiene alcance nacional.

Sueño cumplido
Álvaro Yana recuerda cuando era adolescente y quería ingresar al Instituto Bellas Artes de Santa Cruz. No pudo hacerlo porque por entonces estaba fuera de su alcance económico. Ahora funge orgulloso el cargo de rector de este instituto, algo que dice que no pudiera haber hecho sino hubiera estudiado y trabajado gracias a Hombres Nuevos. 

“Yo me crie prácticamente en la fundación”, dice Yana, que estuvo en las guarderías que implementó Castellanos, así como en uno de los colegios que apoyaba y después hizo su carrera musical en la Orquesta Hombres Nuevos. “Desde 1993, cuando tenía 9 años, ingresé a la orquesta, primero como corista y luego me especialicé en el violín. Mis maestros fueron Rubén Darío Suárez Arana, Arturo Molina y Zuleika Vásquez”.

También gracias a la fundación consiguió una beca de estudios para la carrera de Ciencias de la Educación. Yana, a pedido de Castellanos, se quedó en la fundación y llegó a ser director de Cultura de todo el proyecto Hombres Nuevos. “Manejé la orquesta, fui encargado del teatro y también elaboré proyectos sociales”, comenta Yana, que admira la transformación que tuvo el Plan Tres Mil con la fundación. Después de mucho tiempo trabajando ahí buscó nuevos horizontes y hace un año dirige Bellas Artes, donde espera ayudar a otros músicos como él fue ayudado.

Nelson Astete tiene 32 años. Vivía a pocas cuadras de la casa de Castellanos, así que siempre lo veía. La música -y el violín principalmente- siempre le gustó, así que a los 13 años ingresó a tomar las clases gratuitas que daba Hombres Nuevos. Astete fue un prodigio desde el inicio y un año después ya formaba parte de la orquesta.

 Pasaron tres años y Astete obtuvo una beca para seguir sus estudios en Valencia (España). “Era un adolescente y tenía mucho miedo de estar solo por allá, pero también tenía la ilusión de que era una oportunidad que no podía perder para ser músico”, cuenta Astete. Una vez regresó de allá le tocó ser maestro de los estudiantes de música de Hombres Nuevos. Mientras realizó esta labor, la fundación siguió ayudándole en sus estudios de violín con el checo Jiri Sommer.

 Hasta que otra oportunidad se le apareció: seguir con su carrera en Rusia. Hoy hace ya siete años que está perfeccionando su técnica en aquel país en importantes instituciones de música. “El año pasado terminé mi maestría en música y en unos meses me saldrá la residencia para poder trabajar legalmente”, dice Astete, que piensa que tiene mucho por hacer aún en Rusia.

Francisco Rocha tiene 30 años, es de Santa Ana de Velasco, Castellanos lo conoció en uno de sus viajes por ese municipio y le ofreció una beca para la universidad. Rocha una vez salió bachiller se vino a la ciudad y estudió Turismo. Al finalizar se integró como voluntario a Hombres Nuevos y estuvo colaborando en la gestión cultural, en planificación de gestión de proyectos.

 Después la fundación le consiguió una nueva beca, esta vez para una maestría en España en Planificación Turística. “Volví y continué en la fundación. Gracias a la maestría coordino los proyectos de marketing de Hombres Nuevos”, explica Rocha.

“En estos 30 años se ve el ámbito de actuación de Hombres Nuevos, ya no solo es el Plan Tres Mil, tenemos proyectos en casi todos los departamentos. El proyecto sigue creciendo para el beneficio de comunidades rurales del Oriente o de una ciudad como El Alto”, dice Rocha.

Maria Eugenia Vásquez recuerda lo fascinada que quedó cuando vio un recital de la Orquesta de Urubichá en el Plan Tres Mil, en el marco del Festival de Música Barroca de 1997. En ese momento quiso ser música. Su padre la inscribió a las clases para el coro de la Orquesta Hombres Nuevos y al siguiente año para aprender a tocar el chelo.

 Cuatro años después participó de una gira con la orquesta por España. Vásquez estuvo 10 años formando parte de este proyecto sinfónico. Después, siguiendo la filosofía de Hombres Nuevos: “aprender y luego enseñar”, le pasó clases a sus hermanas menores. Con la colaboración de la fundación se recibió en Turismo y el año pasado también obtuvo la licenciatura en Música.

 “También trabajé en muchas orquestas, formé la Orquesta Municipal de Buenavista, la de Cotoca y la de Comarapa”, señala Vásquez, quien ahora está a cargo del Centro Cultural Feliciana Rodríguez, en el centro cruceño. “Fuimos bendecidos por la llegada del padre Nicolás, yo nunca pensé que iba a tocar un instrumento, sobre todo algunos que son tan caros. El padre le cambió la realidad al Plan Tres Mil”, indica Vásquez.

Educando a todos
Uno de los grandes proyectos de la Fundación Hombres Nuevos fue la creación de la Escuela Nacional de Teatro (ENT), en la denominada Ciudad de la Alegría del Plan Tres Mil. Funciona desde hace 18 años y ha visto a varias generaciones de profesionales de las artes escénicas pasar por sus aulas, uno de ellos es Mauricio Pacheco, actor, director y dramaturgo.

 “Estudiar en la ENT fue la mejor decisión que tuve para tener una profesión”, dice Pacheco. “Hombres Nuevos es el referente que se necesita para seguir aportando al desarrollo social y humano. Si yo no hubiera estudiado en la ENT yo creo que hoy no estaría trabajando en diversas instituciones educativas”, explica Pacheco, que también es docente del taller de teatro de la Universidad Católica de Bolivia.

Pacheco destaca el énfasis que Hombres Nuevos tuvo para amplificar la cultura en los barrios cruceños. “No solo son la ENT, la orquesta, el centro cultural que tienen y las ludotecas y bibliotecas que crearon, son muchos proyectos y programas que fomentan el arte y la cultura”, señala Pacheco.

Miguel Roca lleva más de diez años como periodista en EL DEBER. Cuando tenía 15 años su familia se mudó al Plan Tres Mil. Miguel empezó a estudiar en el colegio María Teresa Pulido, que recibía ayuda de la Fundación Hombres Nuevos. Ahí estuvo los últimos cuatro años de secundaria. Miguel luego hizo un voluntariado con la fundación que era retribuido con el pago total de los estudios en una universidad. 

Miguel hizo el voluntariado en el Instituto Radiofónico Fe y Alegría, donde colaboró en el programa Maestro en Casa, dirigido a padres de familia de estudiantes del María Teresa Pulido. Roca siempre quiso ser periodista pero por alguna razón su beca no se concretó, pero continuó por su cuenta sus estudios en la Universidad Gabriel René Moreno, eso no quita el reconocimiento que tiene por el trabajo de Castellanos. 

“Soy parte de una generación de profesionales que han salido de la Fundación Hombres Nuevos, del Plan Tres Mil, que era conocida como una zona marcada por la pobreza y la delincuencia. La fundación dio la oportunidad a muchos jóvenes de convertirse en grandes profesionales, médicos, maestros, arquitectos, músicos, actores, en mi caso (y otros) periodistas que ahora aportan con su granito de arena en el crecimiento y el desarrollo de este país. Siento mucho orgullo de haber formado parte de la Fundación Hombres Nuevos”, indica Roca.

Ana Canedo también recuerda sus épocas de estudiante en el colegio María Teresa Pulido. “Estudié ahí desde primero intermedio hasta culminar el año escolar. Vivía en el barrio 27 de Mayo del Plan Tres mil, ahora vivo cerca de la plaza de El Mechero, urbanización Las Orquídeas”, comenta Canedo, quien dice que siempre le gustó participar de las escuelas de Hombres Nuevos.

 “Yo estaba en natación, fútbol y futsal. Mi pasión siempre fue el fútbol”, menciona. “El padre Nicolás Castellanos fue nuestro salvador. Un padre para la populosa zona del Plan Tres Mil, dándonos diferentes oportunidades para ocupar nuestro tiempo libre y no caer en las pandillas y vicios malos”, dice Canedo que recuerda con mucho cariño esa época en los diferentes centros de la fundación.

Canedo después estudió por su cuenta Enfermería, luego Fisioterapia. Ahora tiene una pequeña hija, llamada Luciana, que también participa de las actividades que realiza Hombres Nuevos. “Nos inscribimos juntas a las clases de violín. Luciana es muy activa, ella continúa con las clases sola. Sin duda alguna, Hombres Nuevos nos da diferentes alternativas para que nuestros niños se puedan desarrollar y desenvolverse”, indica Canedo.

Y estos son algunos de los muchos ejemplos de cómo la Fundación Hombres Nuevos ha aportado en el desarrollo, primero de un barrio y después de Bolivia. La labor continuará porque un proyecto así no se acaba fácilmente.