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Cara a cara

13 de septiembre de 2020, 7:34 AM
13 de septiembre de 2020, 7:34 AM

Porvenir y Chaparina son nombres que, por estos días de septiembre, han hecho evocar dos acontecimientos luctuosos. Llevaron impreso el sello distintivo de la represión y la violencia del régimen masista para descargar, sin contemplación alguna, su puño de hierro e imponer condiciones donde fuera necesario hacerlo. Por las buenas o por las malas. En el primer caso, se cumplieron doce años de la denominada ‘Masacre de Porvenir’, en el departamento de Pando, donde se mantienen abiertas las heridas por las muertes, persecuciones y exilio de ciudadanos bolivianos que fueron desembozadamente empujados a un enfrentamiento fratricida que pudo haberse evitado. La cabeza del entonces gobernador opositor Leopoldo Fernández era el objetivo principal. En Chaparina, hace nueve años, se atribuyó a una ‘ruptura en la cadena de mando’ la brutal represión policial contra indígenas que marchaban hacia la sede de Gobierno, en rechazo a la construcción de una carretera que partiría en dos su hábitat natural en el Tipnis. En ambos casos, un sistema judicial instrumentado y sometido desvergonzadamente al poder de turno impidió el avance de las investigaciones.

Mientras se acortan rápidamente los tiempos para las elecciones generales del 18 de octubre, la ciudadanía asiste absorta a los desbordes verbales entre candidatos que profundizan sus diferencias y no parecen haber tomado real conciencia de lo que está en juego para el país en la próxima y crucial cita con las urnas. Un último enfrentamiento tuvo como protagonistas a Samuel Doria Medina (Juntos) y Luis Fernando Camacho (Creemos). ¿Qué consiguen mostrándose los dientes? Esos deplorables matices de una campaña en la que todavía brilla por su ausencia el debate de las ideas y de las propuestas, aumentan el desencanto y la incertidumbre del electorado.

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