6 de septiembre de 2020, 7:26 AM
6 de septiembre de 2020, 7:26 AM

Mañana comienza oficialmente la campaña electoral de los aspirantes a la Presidencia de Bolivia. Ahora, más que nunca, la búsqueda del voto será a través de las redes sociales, eso significa una nueva etapa en la política y, por supuesto, también tiene un gran riesgo para los bolivianos de a pie, que serán los receptores de los mensajes.

En 2016 el mundo observó con perplejidad cómo varias campañas electorales, la de Estados Unidos y la del Brexit en Gran Bretaña, como las más notables, utilizaron la inteligencia artificial para manipular las emociones de los electores. A través de logaritmos clasificaban el perfil de los votantes, sobre todo sus temores y sus intereses; a través de esa información se iban generando los mensajes, lo cual no es extraño y siempre se ha hecho, claro que antes era mediante encuestas. Lo diferente y espeluznante es que esos mismos datos fueron empleados para la guerra sucia, para crear noticias falsas que hicieran ver al adversario como la personificación de aquello que a los electores aterrorizaba.

Ese fue un escándalo de dimensiones astronómicas y trajo consigo un mea culpa de empresas como Facebook, que juró nunca más repetir. Sin embargo, así como se han ido creando en lo formal filtros en algunas redes, los expertos informáticos fueron generando nuevas formas de manipulación. Es así que ahora las plataformas sociales son el vehículo perfecto para divulgar información dañina y alejada de la verdad con el solo objetivo de manipular la voluntad de los ‘inocentes’ ciudadanos que deben decidir quién gobernará.

Si bien el escándalo se ha referido a otros países, nada en absoluto permite hacer creer que en Bolivia no se utilizan esos métodos en todas o casi todas las opciones en carrera. Ahora, cuando la calle está prácticamente vetada para las campañas, los partidos están apostando a las redes sociales.

Se sabe que hay estudios que muestran la existencia de ‘granjas de bots’, que son servidores únicos que pueden generar miles de usuarios en las redes sociales, no solo para pretender que un candidato tiene muchos seguidores, sino para crear tendencias en relación a ciertos contenidos que beneficien a un postulante y perjudiquen a otro. Eso existe en nuestro país y ha existido desde hace ya un tiempo.

Facebook eliminó cuentas falsas que eran manejadas por una empresa estadounidense CLS Strategys, según una publicación de The Washington Post que señala que esta entidad lanzaba mensajes en Venezuela, México y Bolivia. Las autoridades del Gobierno admitieron haberla contratado, con la finalidad de lograr un cabildeo que favorezca la democracia y aclaran que no era para divulgar contenido falso. También hay que recordar que, tras la derrota en el referéndum de 2016, el MAS contrató a decenas de ‘guerreros digitales’, cuya misión era crear contenidos para las redes sociales y así volcar la tendencia negativa hacia el gobierno de Evo Morales y contribuir al desprestigio de sus ocasionales contrincantes.

Cuando la campaña electoral está a punto de calentarse ya se puede ver que las redes sociales están siendo utilizadas con el fin de generar corrientes de opinión y que las noticias falsas pueden ser replicadas de manera infinita.

La única posibilidad de combatir esta perversa forma de hacer campaña electoral es la atención y reflexión antes de dar luz verde a la posibilidad de replicar esos mensajes. Lo que no se sabe es si los ciudadanos son capaces de hacerlo, porque los fabricantes de mentiras apelan a la emotividad antes que a la razón. Entonces, Bolivia tendrá que prepararse a recibir todo tipo de contenidos, los ciudadanos tendrán que ser el filtro y la contención.

De lo contrario, llegaremos al 18 de octubre a emitir un voto manipulado y distante de la conciencia real de lo que el país precisa para encarar su futuro.