Opinión

Oportunidades para la educación

4 de febrero de 2020, 3:00 AM
4 de febrero de 2020, 3:00 AM

Este inicio del año escolar marca un punto de inflexión. Es un nuevo comienzo, con grandes posibilidades de avanzar hacia una renovación educativa de fondo, acorde a la realidad de cada región y lejos de los afanes ideológicos del pasado gobierno.

La educación en Bolivia debe dar un giro de 180 grados, debe modernizarse apuntando a la globalización de la época actual, sin complejos y sin ideologías limitantes, que impiden el diálogo fundamental entre nuestros estudiantes y el mundo. La ciencia, la tecnología y la innovación deben ser ejes transversales y actuar como disparadores de ciudadanos aptos para llevar a Bolivia a otro nivel. La educación es la verdadera llave de las transformaciones.

Ya es un paso gigante que se provea internet gratuito a las unidades educativas públicas del país. Este proceso que concluirá en junio, según voceros del Gobierno, debe ir acompañado de un cambio de mentalidad en los educadores, de manera que estén dispuestos a formarse para convertirse en maestros de clase mundial, capaces de desafiar a los alumnos y llevarlos a las altas cumbres del conocimiento. No es una tarea sencilla y demanda compromiso, tanto del Estado, como de los mismos docentes.

Es tiempo también de saber cómo estamos en relación con otros países. Para ello, urge que Bolivia someta su educación a evaluaciones y acreditaciones internacionales. No podremos conocer las fortalezas o debilidades que tenemos si no sometemos todo el sistema a mediciones profundas, que deben realizarse no solo sobre el alumnado, sino fundamentalmente sobre la calidad de los profesores.

En Bolivia ser maestro normalista significa tener un puesto de trabajo asegurado hasta la jubilación, lo cual puede contribuir a la mediocridad, porque quien no tiene qué perder, tampoco está obligado a esforzarse para conservar el espacio. No hay que desconocer la existencia de docentes comprometidos y con vocación, que se actualizan y que están pendientes de innovar para cumplir de mejor manera la misión de educar. No obstante, hay una gran población de profesores que se limita a los contenidos mínimos, que replica la metodología de la repetición y que obstruye el desarrollo del razonamiento y la creatividad, que son tan necesarios en estos tiempos de alta competitividad.

La diversidad cultural de Bolivia hace que los contenidos únicos queden obsoletos. Si bien las culturas quechua y aimara están presentes en gran parte del país, es necesario que los alumnos del oriente y el sur conozcan a fondo su propia historia; también es preciso que en el occidente se sepa de la riqueza cultural de las tierras bajas. Solo así se podrá lograr una verdadera integración nacional, basada en saber y no en los discursos de gobernantes circunstanciales. Es por eso que la descentralización de los contenidos es un desafío vital del momento.

Hay que destacar que este año escolar comienza con medidas destinadas a evitar la violencia entre estudiantes; debería incluirse la formación para que el rechazo a todo tipo de maltrato en el hogar sea incorporado como contenido fundamental en el aula; del mismo modo, la equidad de género, la inclusión y el respeto por todos los seres humanos tienen que ser parte vital de los diálogos y trabajos escolares.

Este 2020 puede significar el inicio de un nuevo tiempo. Hay que tomar el reto a todo nivel: los estudiantes y su sed de aprendizaje, los docentes y su constante reinvención, los padres de familia y su inclusión en la formación de sus hijos, así como la exigencia de todos para que el sistema educativo tenga alto nivel. Es posible, solo hay que comprometerse desde donde cada quien se ubique.

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