Un claro ejemplo es Mohamed ElShorbagy, una de las referencias mundiales del squash, que representó a Inglaterra

25 de junio de 2022, 9:52 AM
25 de junio de 2022, 9:52 AM

Su decisión de representar a Inglaterra no sentó bien en Egipto, pero Mohamed ElShorbagy, una de las referencias mundiales del squash, no tuvo elección: su marcha ilustra el malestar de los deportistas egipcios precarios y sin apoyo.

"Traidor", "vendido": ElShorbagy tuvo que escuchar de todo el pasado mes de junio, cuando a los 31 años decidió representar a Inglaterra.

Pero el antiguo N.1 del mundo de squash, campeón del mundo en 2017 y vencedor de 43 títulos en el circuito mundial, fue transparente al justificar su decisión: "Inglaterra me ha aportado todo el apoyo que necesito, hacía años que nadie se ocupaba de mí" en Egipto, confesó.

ElShorbagy no es el primer deportista egipcio que ha cambiado de bandera a lo largo de su carrera. En halterofilia, en lucha, en equitación, en boxeo o incluso en balonmano, los ejemplos no faltan.

En 2018, Mahmoud Fawzy, especialista en lucha grecorromana, se unió al equipo estadounidense después de haber logrado varios títulos continentales. Explicó que el portazo se debía a un conflicto con la Federación egipcia.

Durante los pasados Juegos Olímpicos de Tokio del año pasado, Fares Hassouna ofreció a Catar uno de los únicos dos títulos olímpicos de su historia, en halterofilia. Pero esa medalla de oro hizo reaccionar a la opinión pública egipcia, porque el subcampeón del mundo en 2019 nació en Egipto.

- "Solo el fútbol se sale con la suya" -

Su padre tuvo que dar un paso al frente para defenderle: Ibrahim Hassouna, campeón de Egipto de halterofilia y durante un tiempo entrenador del equipo nacional, explicó entonces que fue él quien abandonó su país y entrenó a su hijo en Catar desde la infancia.

Tanto en lucha como en halterofilia, afirma Fethi Zeriq, antiguo tesorero de la Federación egipcia de halterofilia, los deportistas proceden a menudo de familias pobres, en un país en el que dos de cada tres habitantes viven bajo o justo por encima del umbral de pobreza.

"¿Cómo podemos ofrecer solamente 54.000 dólares (51.000 euros) por un título olímpico si para ello ha necesitado cuatro años de entrenamiento, de concentraciones y de preparación?", se pregunta Zeriq. "Y en ocasiones esos cuatro años intensos no generan ninguna medalla".

En Egipto, país en el que el fútbol es el deporte rey y del que procede la superestrella Mohamed Salah, una comparación hace palidecer de envidia a todos los deportistas. "En fútbol, algunos jugadores ganan a veces un millón de dólares al año, sin haber ganado siquiera competiciones", afirma Zeriq.

"Solo el fútbol y algunos deportes colectivos" se salen con la suya, añade a la AFP Hossam Hamed, antiguo luchador y hoy entrenador de lucha grecorromana en Egipto. Para los demás, especialmente en deportes individuales, hace falta lidiar con "reglamentos obsoletos" y "gastos mínimos incluso después de medallas o victorias internacionales".

- Pocos fondos del Estado -

El balonmano ha logrado invertir la tendencia, cuenta a la AFP Yasser Labib, antiguo capitán del equipo nacional y a los mandos del club de Al Ahly, que junto a otro club cairota, Zamalek, domina el campeonato africano.

Si en los años 1990 hubo una hemorragia con jugadores egipcios dispersos por todo el mundo salvo en Egipto, "ya no es el caso", asegura.

"Los salarios han aumentado, los contratos se han profesionalizado y los jugadores ya no piensan en adquirir otra nacionalidad, sino solamente a jugar como profesionales en Europa", siempre manteniéndose en el equipo nacional egipcio, informa Labib.

El secreto, asegura, es acabar con las peleas en el seno de las federaciones egipcias y aumentar los fondos dedicados a los deportistas.

Difícil argumentar con el gobierno en un país atrapado entre la inflación de dos dígitos y la devaluación mordaz. En el periodo 2019-2020, solo 21,3 millones de dólares fueron destinados por el estado al conjunto de federaciones deportivas del país según las cifras oficiales. Muy lejos de los presupuestos otorgados a los deportes en Europa donde los deportistas reciben además financiación privada.

Porque una solución podría llegar con patrocinadores.

"Hace falta que no se inmiscuyan tanto en la carrera de los deportistas", aboga Zeriq. Y sobre todo, que continúen apoyando a los deportistas después de su retirada "ofreciéndoles un oficio", pide Amir Wagih, antiguo campeón de squash.

En su deporte, dice, "numerosos jugadores han obtenido becas de universidades europeas y estadounidenses".