El mejor pedalista del país quedó desmotivado tras entrenarse a full durante dos meses para pruebas que se suspendieron. Comenzó un negocio de repostería que fue su escape

El Deber logo
1 de septiembre de 2020, 10:27 AM
1 de septiembre de 2020, 10:27 AM

No fue para nada fácil esta cuarentena para el mejor deportista de bicicross del país. Jaime Quintanilla se entrenó duro durante los primeros dos meses del confinamiento, pensando en repetir o mejorar la muy buena temporada anterior, pero todas las competencias se suspendieron, y ello lo desmotivó. Se bajoneó bastante, a tal punto que estuvo cerca de retirarse de esta disciplina con tan solo 23 años, dejando de lado el sueño que tiene de participar en unos Juegos Olímpicos. “Esto me pasó, pese a que el bicicross es mi vida y daría todo por este deporte”, aseguró.

En esos momentos críticos, decidió meterse de lleno a su negocio de la repostería, que lo había comenzado semanas antes, y allí encontró su escape. “Con esa distracción, poco a poco fui entendiendo que esto iba a pasar y así me volví a motivar hasta que decidí volver a entrenarme, pensando siempre en mejorar lo hecho”, afirma Quintanilla, que en 16 años de estar inmerso en el bicicross acumula más de 150 títulos nacionales, gracias a su disciplina en la preparación. “Desde mis 7 años comencé la cosecha de títulos”, recalcó.

En el ámbito internacional sus principales logros son haber sido finalista de los Juegos Suramericanos 2018, de Cochabamba, al quedar sexto entre 25 pedalistas. También llegó a la final en los Juegos Bolivarianos 2017, de Santa Marta, ubicándose séptimo. A nivel latinoamericano estuvo de 3 y 5 en el ránking, en 2016 y 2019, respectivamente. Y en el ránking mundial figuró entre los mejores 50 pedalistas. “Analizando lo logrado hasta el momento es bastante, pero quiero más”, sostuvo.

Con su nuevo negocio, en el que también está inmerso su hermano Luis Fernando, Jaime tiene otra rutina diaria, pues debe levantarse a las 4:30 o 5:00 para comenzar a elaborar los queques, cupcakes y galletas de almendra y chocolate. Ese trabajo lo acaba, de acuerdo a la cantidad de pedidos, entre las 11:00 y las 13:00. Luego se alista para entrenarse dos horas en el gimnasio y una hora en bicicleta.

“Repito, estoy motivado de nuevo y no pararé hasta conseguir mis objetivos. El dinero que estoy ganando es para ayudar a mis padres y solventar mis gastos de competencia. Espero que el negocio siga creciendo, pues ya implementamos el servicio de delivery, y ese será otro ingreso. Vamos a cobrar según la cantidad que nos pidan”, afirmó el campeón nacional de la principal categoría de bicicross, la élite, y que aprendió repostería gracias a las enseñanzas de su prima Milena Drakis. “Ahora, con mi hermano hemos elaborado nuestra propia receta y nos va bien, pues el producto es bien apreciado”, manifestó.

Sin patrocinadores

Quintanilla también debe buscarse patrocinadores que son el sostén de sus sueños. En 2019, gracias al apoyo de YPFB, logró cubrir el costo de la mitad de su calendario que se había propuesto cumplir a inicios de temporada, dejando de lado varias carreras. “Fueron unos 15.000 dólares que gasté en ocho viajes el exterior, apostando a la mitad de las competencias que necesito para tener ritmo y roce”, afirmó Quintanilla, que espera que la Unión Ciclista Internacional (UCI) reprograme las pruebas que serán clasificatorias para los Juegos Olímpicos, a realizarse del 23 de julio al 8 de agosto de 2021.

Para el próximo año, Quintanilla ya tiene planes, pues contempla unas 15 carreras fuera del país, entre ellas el Mundial de Holanda, y las ocho a diez pruebas del calendario latinoamericano. También tiene que ver si se mantiene el interés de una universidad de Estados Unidos, donde le ofrecen estudiar y competir. “Quiero estudiar Negocios, y una buena opción era esa universidad, pero la pandemia lo frenó todo. Ahora nuevamente vamos a ver qué deciden, pero la intención es estudiar y competir en Estados Unidos”, explicó.

Desde que comenzó el confinamiento, el pedalista cruceño no ha podido prepararse en una pista oficial por los riegos de contagio que hay, aunque ha aprovechado un circuito pequeño que se está armando en Warnes. “No es lo mismo, pero siempre le pongo pasión a lo que hago y eso me ayuda a mejorar”, dijo.

En el circuito warneño entrena junto a Igor Vaca, que es el segundo mejor pedalista nacional de la principal categoría, la élite. Ambos estuvieron en los Panamericanos de Perú 2019. “Igor y otros pedalistas de Warnes están armando una pista poco a poco. Por ello aprovechamos ese lugar”, agregó Quintanilla, que espera seguir siendo el número uno del país, y continuar mejorando para representar de la mejor manera a Bolivia en pruebas internacionales, aunque reconoce que es complicado sin ayuda de la empresa privada ni del Estado.

“Tengo fe que este negocio de repostería irá creciendo y con los ingresos me pagaré algunos gastos”, concluyó. Tras estar al borde del retiro, Jaime Quintanilla volvió a la normalidad, por ello sus sueños siguen apuntando a clasificar a unos JJOO, si no es Tokio 2021, su apuesta será París 2024.

Al detalle

Cuenta con tres bicis: una montañera, otra de pista y una que ocupa para competir en bicicross. Esta última es la más costosa, pues está valorada en $us 3.500.

Negocio. Quintanilla asegura que lo máximo que han vendido en una jornada fue cuando entregaron 30 queques y 300 cupcakes. Sus ingresos diarios están entre los Bs 100 y 300.

Ganador. De las más de 150 carreras nacionales en las que compitió desde sus siete años, Quintanilla solo ha perdido en cinco ocasiones.

Distracción. Cuando tiene un espacio de tiempo se traslada al Urubó o Samaipata para pedalear bastante, un paseo que le sirve para su preparación.