El Rey Momo recibió las llaves de parte de la secretaria de Cultura de Rio, Nilcimar Nogueira

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24 de febrero de 2017, 22:46 PM
24 de febrero de 2017, 22:46 PM

La economía se derrumba, las arcas públicas están vacías y las protestas en las calles son cada vez más violentas. ¿Pero qué va a hacer Rio de Janeiro los próximos cinco días? ¡Sambar!.

El mayor Carnaval del mundo arrancó la noche del viernes como la anestesia perfecta para una ciudad en crisis, que ya casi ni se acuerda de sus dorados Juegos Olímpicos y que espera recibir un millón de turistas y 1.000 millones de dólares hasta el miércoles de ceniza.
 

Aún cuando decenas de grupos de carnaval callejeros -conocidos como blocos- hace semanas que calientan el ambiente, fue un inicio de carnaval atípico en la 'Cidade Maravilhosa': por primera vez en la historia no fue el alcalde quien entregó las llaves de la ciudad al Rey Momo, monarca de todos los excesos, que simbólicamente dirigirá Rio estos días de 'folia'.

Marcelo Crivella, el exobispo evangélico que asumió el cargo en enero, podría incluso viajar y esquivar así la mayor festividad de la ciudad, reforzando la idea de que este maratón de baile, alcohol y seducción no es del agrado de esta creciente religión puritana.
 

Muchos cariocas no le perdonan este esquinazo ni le perdonarían la ausencia de los majestuosos desfiles de las doce escuelas de samba del llamado "grupo especial" en el Sambódromo, a los que asistió religiosamente cada año su antecesor Eduardo Paes, cerveza en mano.
 

El Rey Momo, entonces, recibió las llaves de parte de la secretaria de Cultura de Rio, Nilcimar Nogueira. Ni rastros del alcalde evangélico.  

"Su esposa está enferma", declaró la secretaria al enjambre de periodistas que le preguntaba por el edil.  "Está con una gripe muy fuerte", reforzó el jefe de turismo de la ciudad, Marcelo Alves.  

Aunque llevaban días evitando confirmar si Crivella estaría presente en la ceremonia, es primera vez que las autoridades de Rio hacen referencia a la salud de su esposa.