Con la llegada de los talibanes al poder y la instauración de su interpretación rigorista del islam, Afganistán se convirtió en el único país del mundo donde la educación secundaria está prohibida para las mujeres.

11 de noviembre de 2022, 9:22 AM
11 de noviembre de 2022, 9:22 AM

A los 13 años, Zainab debería haber comprado un nuevo uniforme para ir al colegio. Pero sin perspectivas de que las escuelas abran para las chicas tras la llegada de los talibanes al poder en Afganistán, la joven fue obligada a elegir un vestido de novia.

Desde que los talibanes reconquistaron el poder en Afganistán en agosto de 2021 y prohibieron la educación secundaria para las chicas, muchas adolescentes fueron obligadas a casarse, en muchas ocasiones con hombres mucho más mayores que ellas elegidos por su padre.

"Lloré mucho y no dejé de decirle a mi padre que los talibanes iban a reabrir las escuelas para chicas", contó Zainab desde la ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán.

"Pero él me contestó que eso no iba a ocurrir y que era mejor que me casara y no estuviera en casa, sin hacer nada", agregó.

Su matrimonio fue concluido unas horas después de que llegara su futuro marido
con unas ovejas y cabras y con cuatro sacos de arroz a modo de dote.

Siguiendo la tradición, Zainab se fue a vivir con la familia de su esposo, que es 17 años mayor que ella.

"Nadie me pidió mi opinión", contó.

Con la llegada de los talibanes al poder y la instauración de su interpretación rigorista del islam, Afganistán se convirtió en el único país del mundo donde la educación secundaria está prohibida para las mujeres.

En una sociedad muy patriarcal y en medio de una dura crisis económica, muchos padres decidieron casar a sus hijas.

"En la casa de mis padres tenía la costumbre de levantarme tarde (...) Aquí todo el mundo me reprende", contó Zainab a la AFP. "Me dicen: 'Gastamos tanto en ti y no sabes hacer nada bien'".

Muchos padres tienen la sensación de que no hay un futuro para sus hijas en Afganistán, explicó Mohamad Mashal, jefe de una asociación de profesores en Herat.

"Entonces, piensan que es mejor que sus hijas se casen", dijo.

En marzo, las autoridades suspendieron la reapertura de las escuelas para chicas afirmando que la prohibición era algo temporal. Pero tras una letanía de excusas para justificar el cierre de los establecimientos, para muchas adolescentes ya es demasiado tarde.

- "Ahora lavo platos" -
"Nunca me imaginé que iba a dejar la escuela para convertirme en ama de casa", dijo Mariam, cuyo nombre fue cambiado, al igual que los del resto de las chicas que dieron sus testimonios, por motivos de seguridad.

"Mis padres siempre me alentaron, pero frente a una situación como esta, incluso mi madre no pudo oponerse", contó.

Los padres de la chica incluso se habían mudado a Charikar, capital de la provincia de Parvan, para que sus hijos pudieran ir a la universidad.

"En lugar de estudiar, ahora lavo los platos", dijo.

Su padre, Abdul Qadir, de 45 años, afirmó que quería que sus hijas fueran a la universidad y que trabajó duro para lograrlo.

"Pero, con mi experiencia previa con los talibanes, creo que no van a cambiar su decisión", afirmó.

Este funcionario, cuyo salario fue prácticamente reducido a la mitad bajo el régimen de los talibanes, tuvo que vender sus bienes para alimentar a su familia, que ahora vive en un apartamento alquilado.

"En Afganistán, las chicas no tienen muchas oportunidades y las propuestas de matrimonio cesan después de una cierta edad", explicó.

Los matrimonios precoces son frecuentes en las zonas rurales de Afganistán donde la dote para la familia de la mujer es una fuente vital de ingresos.

Pero esta práctica tiene sus consecuencias y esto muchas veces implica un aumento de las tasas de mortalidad materna e infantil.

- Una hija es una "carga" -
Desde la salida de las fuerzas extranjeras, las ayudas internacionales de las que depende la economía afgana fueron suspendidas y esto generó desempleo y dejó a la mitad de la población en riesgo de hambre, según organizaciones humanitarias.

Algunas chicas se ofrecen para casarse y aportar algún ingreso a sus familias.

"(Mi padre) no me obligó, pero la situación era tal que acepté una propuesta y me comprometí", relató Sumayya, de 15 años, que vive en Kabul.

Sara, de 20 años, y Fatima, de 19 años, son hermanas y estaban a pocos meses de pasar los exámenes de ingreso a la universidad cuando su escuela fue cerrada.

Después de que su padre muriera de covid-19 no tuvieron otra opción que comenzar a buscar un marido.

"Mi conciencia me dijo que era mejor casarse que ser una carga para mi familia", dijo Fatima.