Mundo
ANÁLISIS
El mayor desafío para el mundo en 2017 será Donald Trump
Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, hace una análisis de lo que pasó en 2016 y lo que puede pasar en 2017 en el mundo

El 2016 deja transformaciones profundas, que impactarán por mucho tiempo en Bolivia, América Latina y el mundo. La mayor sorpresa llegó desde los Estados Unidos: con un discurso simple, demagógico y muchas veces discriminatorio, Donald Trump será el próximo presidente porque captó el deseo de cambio de parte de la sociedad estadounidense. Trump obtuvo el apoyo de quienes rechazan los efectos económicos y culturales de la globalización, y ansían retornar a un pasado imaginario en el que el país era el líder indiscutido del mundo, una superpotencia económica y un país más ordenado.
Todavía no sabemos cómo se comportará Trump como presidente, pero podemos aventurar algunos rasgos de su administración. El nuevo ocupante de la Casa Blanca fomenta el disenso y la división dentro de sus equipos de trabajo y toma decisiones basándose en su instinto, no en un estudio cuidadoso de las alternativas. Además, Trump –miembro del Partido Demócrata hasta hace poco— ha cambiado de posición en cuestiones clave, incluyendo el aborto (lo apoyaba antes de candidatearse y lo rechaza ahora) y el cambio climático (dijo que era un invento de China y luego pareció admitir su existencia).
En política exterior, por ejemplo, es clara la contradicción entre las promesas de Trump y las designaciones en su gabinete. Como candidato, Trump exigió “poner a los EEUU primero”, reducir el intervencionismo y pactar una solución a la crisis Siria con el presidente ruso Vladimir Putin, lo que implicaría concentrarse en el combate a ISIS y abandonar los intentos de derrocar al dictador Al Assad. Al mismo tiempo, Trump nombró a “halcones” en su futura administración, que piden mayor dureza contra el régimen iraní –aliado de Siria y Rusia—y se oponen al acuerdo nuclear firmado por Barack Obama, al igual que el próximo presidente. Cómo compatibilizará Trump estas tendencias contrapuestas es un misterio.
A juzgar por sus promesas de campaña –expulsión de millones de inmigrantes, construcción de un muro en la frontera con México, oposición a los acuerdos comerciales- la futura administración Trump se inscribe en una tendencia mundial hacia el proteccionismo comercial, el conservadurismo político y el nacionalismo antiinmigrante. Con la victoria de Trump, el brexit y la fuerza de la ultraderecha francesa y europea se anticipan un escenario global mucho más incierto y plagado de tensiones que debilite el orden liberal construido por los EEUU desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
América Latina sentirá los efectos de estos cambios. Con un ex jefe del Comando Sur a cargo de la Seguridad Interior bajo Trump, no se descarta un retorno de Washington a las políticas de “guerra contra las drogas”, ni a un discurso más duro contra el narcotráfico que revierta los cambios introducidos por Obama. Hay que recordar, sin embargo, que antes de lanzar su candidatura Trump era crítico de los enfoques represivos contra las drogas y un firme defensor de la legalización. Una contradicción más.
En materia económica, la creciente incertidumbre global y una eventual suba de las tasas de interés pueden limitar las posibilidades de recuperación económica en la región. En un escenario de tanta incertidumbre, se espera que los precios de las materias primas –de las que tanto dependen muchos países de la región, incluido Bolivia—se mantengan bajos.
China, potencia ascendente a pesar de su desaceleración, ha prometido fortalecer su presencia en Latinoamérica, pero está por verse si tiene el peso económico suficiente para compensar una eventual retirada de los EEUU del plano regional. Paradójicamente, mientras EEUU y Europa parecen avanzar hacia el populismo, algunos países latinoamericanos tienen por primera vez en muchos años gobiernos centristas y pro-mercado. Una de las mayores incógnitas de 2017 será si gobiernos como los de Mauricio Macri en la Argentina y Michel Temer en Brasil superan las tensiones políticas y logran reencauzar sus economías. Si Argentina y Brasil retoman el crecimiento, por supuesto, Bolivia se beneficiará, como socio comercial de ambos gigantes sudamericanos.
La mayor incógnita en Bolivia para 2017 tiene que ver con la sucesión del presidente Evo Morales. Muchos bolivianos aprecian el legado del gobierno en materia de crecimiento económico y progreso social, pero piden una renovación política; sin embargo, la falta de alternativas claras en la oposición y la indiscutible popularidad de Morales anticipan una acalorada discusión de cara a las elecciones de 2019. Mientras Bolivia discute si extiende o termina la era de Morales, el mundo entrará en terreno incierto, con un ‘outsider’ sentado en el despacho oval. Se viene un año intenso.