La ola migratoria no se detiene mientras los líderes europeos negocian medidas para gestionar la crisis. Hay posiciones a favor y en contra de acoger más refugiados sirios

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10 de septiembre de 2015, 15:51 PM
10 de septiembre de 2015, 15:51 PM

La ola migrante en Europa seguía creciendo este jueves, con un récord de flujo entre Serbia y Hungría, país de la UE cuya frontera podría quedar herméticamente cerrada dentro de pocos días por el ejército.

La política de Budapest, así como la de Dinamarca -que intenta frenar la llegada de nuevos migrantes en tránsito hacia Suecia- ilustran las profundas divisiones entre los países europeos, pese a los llamados a la generosidad de Alemania y de la Comisión Europea.

Unos 5.000 migrantes, muchos de ellos refugiados que huyen de los conflictos en Oriente Medio, llegaron en las últimas 24 horas a la frontera entre Serbia y Hungría, una cifra récord, indicó el jueves la televisión de Estado serbia (RTS).

En el sector de Röszke, principal punto de paso entre los dos países, autobuses fletados por las autoridades húngaras embarcaban a los refugiados para llevarlos a campamentos de acogida inicial, bajo una intensa lluvia.

"Es Bashar (al Asad, el presidente sirio, ndrl) quien debería estar aquí, todo esto es su culpa" explicaba un grupo de sirios, tiritando por el intenso frío.

Entretanto, un poco más al norte, más de 3.000 personas llegaron a Austria en la noche del miércoles al jueves, sin trabas, desde Hungría.
Pero este jueves a media jornada, la compañía nacional de ferrocarriles austríacos (ÖBB) anunció que suspendía sine die su tráfico con Hungría debido a la "masiva congestión" de su red ante el flujo de migrantes deseosos de llegar a Alemania.

Más muros

Los refugiados intentan atravesar lo más rápidamente posible Hungría, antes de la entrada en vigor el 15 de septiembre de una nueva ley antimigrantes que permite el despliegue del ejército en la frontera y prevé penas de prisión para quienes atraviesen ilegalmente la frontera.

De momento, miles de migrantes siguen desafiando a diario a la policía húngara al atravesar la frontera desde Serbia, pese a la construcción este verano boreal de una valla con alambradas a lo largo de los 175 km de línea divisoria con este país. Una segunda valla, de cuatro metros de altura, está en proceso de construcción.

La posición contraria la representa Alemania, país líder de una política de puertas abiertas, que anunció este jueves que 450.000 refugiados han sido registrados en el país en lo que va del año, de los cuales 37.000 en la primera semana de septiembre.

"Ello muestra, francamente, que la repartición de 160.000 refugiados en Europa es apenas un primer paso, por decirlo de forma suave. También podemos decir: una gota de agua en el océano", afirmó el vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel.

Alemania espera acoger a 800.000 solicitantes de asilo en 2015, cuatro veces más que el año anterior, y una cifra récord en Europa.

La Comisión Europea propuso el miércoles un plan para repartir a 160.000 personas, pero Berlín pide un sistema de cuotas sin límites para colocar a refugiados en los países de la UE, y hacer frente así a la peor crisis migratoria en siete décadas.

Este sistema de repartición es criticado o rechazado por numerosos países europeos. Rumanía expresó este jueves su rechazo a este sistema de cuotas obligatorias a través de su presidente, Klaus Iohannis.
"No pensamos que se trate de una solución, o que sea oportuno hablar de cuotas obligatorias, calculadas de forma muy burocrática (...), sin consultar con los estados miembros" dijo el presidente rumano.

La víspera, el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker había pedido a los europeos "audacia" y "humanidad" al solicitarles que se pusieran de acuerdo para repartirse a 160.000 refugiados.

El Parlamento Europeo respaldó este jueves las medidas de emergencia propuestas por Juncker, Entretanto, en el Mediterráneo, miles de migrantes y refugiados siguen afluyendo a Grecia --país de la Unión Europea-- desde Turquía. Convertida en el lugar emblemático de este éxodo, la pequeña isla griega de Lesbos ha recibido hasta a 20.000 candidatos al exilio, el equivalente de una cuarta parte de su población.