El Gobierno Indio aprobó un proyecto de ley que prohíbe a las mujeres comercializar su vientre. Buscan proteger a más de 2.000 mujeres que practican este tipo de negocio

El Deber logo
19 de septiembre de 2016, 10:39 AM
19 de septiembre de 2016, 10:39 AM

Sharmila Mackwan está embarazada de gemelos que no son suyos. Cuando dé a luz, esta joven viuda india no se quedará con los bebés pero sí recibirá unos 6.000 dólares, aunque India pondrá fin próximamente a este comercio de las madres de alquiler.

En este albergue de un hospital del Estado de Gujarat (oeste), unas 60 madres de alquiler remuneradas esperan, como Sharmila, que pasen los nueve meses hasta el día de dar a luz.

Tras haber autorizado esta práctica en 2002, India se convirtió rápidamente en el país líder de gestación subrogada.

Miles de parejas extranjeras han acudido a India, atraídas por la calidad de los servicios médicos de las clínicas especializadas, por la cantidad de voluntarias y por los precios muy inferiores a los practicados en Occidente.

Sin embargo el gobierno nacionalista indio quiere poner fin a esta práctica, en nombre de la protección de la mujer.

India aprobó recientemente un proyecto de ley que prohíbe pagar a una mujer portadora y sólo permite la gestación subrogada para las parejas indias casadas. El texto aún debe pasar por el parlamento.

Sharmila Mackwan, embarazada de cuatro meses, forma parte de las 2.000 mujeres indias que "alquilan" cada año su vientre. Quizás lo hagan ahora por última vez.

Teme el estigma social que rodea a las madres de alquiler, pues la gestación subrogada es mal comprendida en los menos educados. Sharmila teme ser acusada de haber tenido relaciones sexuales con un hombre.

"Mi borracho de marido se mató poco después de que naciera mi segundo hijo. Mi familia política me expulsó y yo no tenía a nadie a quien acudir", afirma.

Salir de la pobreza 


El comercio de las madres de alquiler ha generado un intenso debate ético en India sobre el derecho de las mujeres a poner su cuerpo a disposición de parejas sin hijos.

Esta actividad genera, según diferentes estimaciones, entre 450 y 2.000 millones de euros por año.

El país ha restringido progresivamente el acceso a la gestación subrogada, excluyendo primero en 2012 a las parejas homosexuales y a los solteros. Luego, en noviembre pasado, el ejecutivo pidió a las clínicas que no aceptaran más a clientes extranjeros, una disposición que ahora será objeto de una ley.

Los expertos en salud pública estiman que semejante ley pondrá fin a un sistema que, según ellos, explota a las mujeres pobres y a menudo analfabetas, sin preocuparse por su salud o bienestar. Algunas mujeres pueden incluso ser obligadas por sus proxenetas o maridos a convertirse en madres de alquiler, alegan.

Pero quienes se oponen a la prohibición de este comercio, temen que la medida transforme este dispositivo en un mercado negro imposible de controlar.

Una madre de alquiler "no hace nada inmoral. No rompe una familia y cuando realiza tan noble gesto ¿quiénes somos nosotros para acusarla y decirle que está vendiendo su útero?", afirma Nayana Patel, especialista de infertilidad, que ha ayudado a dar a luz a más de un millar de bebés producto de la gestación subrogada.

Patel insiste: para las mujeres sin recursos, un embarazo remunerado es la "oportunidad de toda una vida" para sacarlas de la pobreza.