A casi cuatro años del Acuerdo de Paz, crece la impaciencia con ex FARC, que se comprometió a contar su parte de la verdad en la guerra. El reconocimiento de su culpa en los secuestros es “un comienzo”, dicen expertos.

23 de septiembre de 2020, 21:04 PM
23 de septiembre de 2020, 21:04 PM

"El secuestro fue una práctica de la que no podemos sino arrepentirnos, sabemos que no hay razón, ni justificación para arrebatarle la libertad a ninguna persona. Reiteramos nuestro compromiso para rendir cuentas ante la Justicia”, anunció en Twitter el pasado 15 de septiembre la exguerrilla de las FARC, hoy convertida en el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

El secuestro es considerado en Colombia el peor de todos los crímenes cometidos por las guerrillas contra civiles, policías y soldados durante el conflicto. No en vano, este delito es llevado por la Justicia Especial para la Paz (JEP) como el caso 01, por la prioridad que merece su esclarecimiento. Ahora, los dirigentes del partido FARC, surgido de la exguerrilla, reconocen públicamente que sí "les arrebataron a los ciudadanos lo más preciado: su libertad y su dignidad”.

¿Qué significa esto, a casi cuatro años de la firma del Acuerdo de Paz del 24 de noviembre de 2016? "Es un primer y muy importante paso. Era lo que se esperaba que hiciera la exguerrilla, después de someterse a la JEP bajo las condiciones acordadas”, dice a DW el exministro de Justicia de Colombia Yesid Reyes, quien lamenta que los procesos estén andando más lentamente de lo esperado, pero confía en que dicha exguerrilla siga reconociendo también otra clase de delitos.

Reconocimiento del crimen es un "hito”

En entrevista con DW, la politóloga Viviana García Pinzón, del Instituto alemán de Estudios sobre América Latina (GIGA), con sede en Hamburgo, considera que "el reconocimiento del secuestro por parte de las ex FARC es un hito, toda vez que no hay otro delito que haya causado tanto repudio de la sociedad colombiana”.

Para el profesor Reyes, especializado en derecho penal de la Universidad Externado de Colombia, es igualmente importante "que las ex FARC no solo reconozcan los delitos, se arrepientan y pidan ser perdonados públicamente, sino que además esto ocurra frente a la JEP para que quienes cometieron los delitos puedan ser sancionados”.

¿Qué se puede esperar que haga ahora la justicia transicional? "Es previsible que la JEP atribuya a la exguerrilla un número plural de secuestros, y lo que debería ocurrir es que las ex FARC acepten esos cargos. Si eso ocurre, no habría un juicio, sino que el tribunal pasaría a aplicarles a los responsables las penas previstas en el Acuerdo de Paz”, explica.

El repudio generalizado al secuestro, agrega Viviana Garzón, también doctoranda de la Universidad de Marburgo, "se debió al impacto que tuvo este cruel delito en las víctimas, sus familiares y el país entero que veía en los medios cómo las víctimas eran asesinadas en cautiverio, torturadas y encadenadas”. Al final, el secuestro, según Garzón, "le dio visibilidad internacional al conflicto armado colombiano, como en el caso de la política colombo-francesa Ingrid Betancourt”.

Financiación de la guerra con el secuestro de civiles

Una visibilidad que se tradujo ya no solo en repudio nacional sino internacional. Las FARC pasaron entonces a ser clasificadas como "grupo terrorista”, en otros países fuera de Colombia y Estados Unidos. "Cuando las FARC cambian los robos a la Caja Agraria (el banco estatal para los campesinos), como medio de financiación por el secuestro de civiles, se evidencia que esa organización no estaba defendiendo a la población civil, sino que buscaba financiarse secuestrándola”.

Llama la atención que, en el mencionado escrito, la exguerrilla lamenta especialmente el caso de Andrés Felipe Pérez, un niño de 10 años que padecía cáncer terminal y que acudió hasta al Papa para que intercediera ante las FARC por la liberación de su padre. La guerrilla ignoró la tragedia. El niño murió en diciembre de 2001 sin poder volver a ver a su padre, un cabo de las Fuerza Pública, a quien las FARC mantuvieron amarrado a un árbol durante dos años. "No podemos devolverles el tiempo arrebatado para evitar el dolor y las humillaciones que les causamos a todos los secuestrados”, dice ahora la exguerrilla.

La guerra produce crímenes; la paz, reflexión sobre ellos

Algunos critican que la guerrilla se había tardado mucho en dar este paso. En el mismo escrito de reconocimiento del secuestro como arma de guerra, los excomandantes dicen que "hoy, después de haber silenciado para siempre nuestros fusiles; en el sosiego de la vida civil que nos ha permitido la reflexión profunda sobre la guerra…”. ¿Por qué la exguerrilla llega ahora a estas conclusiones, obvias para la mayoría? "Porque la lógica de la guerra es distinta a la de la paz”, dice a DW Yesid Reyes, ex conjuez de la Corte Constitucional, que explica que "mientras se prolongue una guerra, habrá más crímenes propios de la guerra. Y cuando hay paz, hay espacio para la reflexión sobre los crímenes, como la que está haciendo la exguerrilla de las FARC. Luego, este avance se le debe al Acuerdo de Paz, que es la forma racional para solucionar los conflictos”.

El secuestro ha sido uno de los crímenes más atroces que han sufrido los colombianos, llegándose a registrar más de 39.000 víctimas entre 1970 y 2010, según el Centro Nacional de Memoria Histórica. En el año 2000 se contabilizaron más de 3.500 casos, cuando varios grupos de guerrillas y paramilitares se disputaban territorios de la droga, y le habían declarado la guerra al Estado. Casi dos décadas después, en 2018, hubo "solo” 170 casos, ahora a manos de bandas”, según la Policía Nacional.

La puerta a nuevas verdades

Por último, Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad de Colombia, dijo a la cadena Caracol que "la confesión de los exguerrilleros abre las puertas a nuevas verdades". Y que, aunque se demoraron en confesar, "hay que ayudar a que la verdad se conozca y el proceso continúe”. Entre los crímenes que los colombianos esperan que se esclarezcan en la JEP están la del reclutamiento forzado de menores y los abortos obligados en el seno de la guerrilla, sobre los que hay hasta ahora solo comunicados aislados.

El profesor Reyes pide no olvidar que, "a pesar de todas las dificultades iniciales, es más fácil negociar y firmar un acuerdo de paz que llevarlo a la práctica, por lo que algunas demoras en la implementación eran previsibles”. Según el profesor Yesid Reyes, ahora, "el compromiso de todos los colombianos debe ser exigir frente a todo gobierno, tanto frente al actual como frente a los futuros, la implementación del Acuerdo de Paz”.