Los líderes de la Unión Europea prevén aprobar un "plan de acción" en materia social. La Cumbre Social contempla talleres con representantes de la sociedad civil, sindicalistas y líderes

7 de mayo de 2021, 10:43 AM
7 de mayo de 2021, 10:43 AM

Los líderes de la Unión Europea (UE) discuten a partir de este viernes en Portugal cómo alcanzar una Europa más social después de la pandemia, aunque ya expusieron sus divisiones sobre su papel en la construcción de una sociedad más equitativa.

Bajo un límpido cielo azul en Oporto (norte), el primer ministro portugués, António Costa, recibió a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el titular del Consejo Europeo, Charles Michel, y el jefe del Parlamento Europeo, David Sassoli.

La agenda de la Cumbre Social contempla la realización de talleres con representantes de la sociedad civil, sindicalistas y líderes europeos.

Pero el encuentro entre jefes de Estado y de Gobierno como tal comenzará con una cena de trabajo donde también se discutirán temas internacionales, como las tensiones con Rusia y el levantamiento de patentes de vacunas anticovid propuesto el miércoles por Estados Unidos.

Las reuniones continuarán el sábado, día en que los Veintisiete deberían aprobar un "plan de acción" de la Comisión Europea en materia social, presentado a principios de marzo y limitado a tres objetivos para 2030.

"Tenemos que colocar el pilar social en el centro del debate europeo", dijo Costa a la prensa.

Por su parte, Von der Leyen dijo que la "Cumbre Social llega en el momento justo. Todos hemos tenido un año muy difícil por causa de la pandemia".

Bruselas quiere aumentar la tasa de empleo al 78%, capacitar al 60% de los adultos cada año y reducir en 15 millones el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social.

De los 27 países miembros apenas un puñado de líderes ha evitado el traslado a Portugal, entre ellos la jefa del gobierno de Alemania, Angela Merkel, y el primer ministro holandés, Mark Rutte, que participarán de forma remota.

Contracumbre 

Partidos y movimientos de izquierda organizaron una "contracumbre" y planearon manifestarse en las calles de Oporto el sábado.

El evento ha claramente reanimado a esta ciudad fluvial, donde se han suavizado las restricciones sanitarias, al igual que en el resto de Portugal, gracias a una tasa de incidencia del coronavirus entre las más bajas de Europa.

La pandemia se llevó "los ahorros de toda una vida" y "ahora tenemos que empezar de cero", explica Fernanda Martins, quien dirige un pequeño café familiar con su marido en el popular barrio de Miragaia.

El Plan de Acción por los Derechos Sociales de la UE "claramente carece de ambición", dijo Olivier De Schutter, el relator especial de la ONU sobre derechos humanos.

El experto señaló que 700.000 personas en Europa duermen a la intemperie cada noche y más de 20 millones de trabajadores viven en la pobreza debido al aumento de formas de trabajo precario, especialmente en las nuevas plataformas digitales.

Con el aumento de la pobreza desde hace un año, la pandemia sin embargo ha puesto de relieve "la importancia de lo social" en la UE, aseguró a la AFP el comisario europeo de Empleo, Nicolas Schmit.

Más allá de la austeridad 

A pesar de sus divisiones, Europa logró el año pasado ponerse de acuerdo para adoptar un plan de recuperación de 750.000 millones de euros con una deuda común sin precedentes.

Una de las primeras medidas tomadas en 2020, al inicio de la crisis, fue suspender el Pacto de Estabilidad, que impone límites a los déficits presupuestarios y la deuda pública.

La medida, todavía en vigor, ha permitido a los Estados miembros realizar los gastos necesarios para proteger los puestos de trabajo y reactivar la economía.

Bruselas lanzó recientemente proyectos legislativos para intentar proteger mejor a los trabajadores de las nuevas plataformas digitales o imponer una convergencia al alza de los salarios mínimos en la UE.

Los países del Sur -como Francia, Italia, España y Portugal- están a favor. Pero los países del Norte, apegados a sus modelos nacionales eficientes, y los del Este, que temen perder su competitividad, rechazan cualquier armonización de los salarios mínimos.