Los laboratorios pioneros que desarrollaron los inmunizadores se muestran reticentes

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6 de mayo de 2021, 7:21 AM
6 de mayo de 2021, 7:21 AM

Por RFI

Estados Unidos anunció este miércoles que estaba a favor de levantar las patentes de las vacunas contra el covid-19. La UE indicó este jueves que está “lista” para conversar sobre la propuesta. Pero los laboratorios pioneros que desarrollaron los inmunizadores se muestran reticentes, mientras se plantean cuestiones de orden jurídico y de producción.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció este jueves que la institución está "lista" para conversar sobre la propuesta de liberar las patentes.    

"La UE está lista para conversar sobre cualquier propuesta que responda a la crisis de forma efectiva y pragmática. Y por eso estamos listos para hablar sobre cómo el levantamiento de la propiedad intelectual puede ayudar en alcanzar ese objetivo", dijo la responsable.

Sus palabras llegan un día después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se pronunciara a favor de la supresión de los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas Covid-19. Se trata de una exención excepcional que Sudáfrica e India llevan meses solicitando a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El director de la OMS fue uno de los primeros en acoger con satisfacción el cambio de rumbo de Estados Unidos. Una decisión histórica según él, aunque todavía estamos lejos de poder evaluar su alcance concreto.

En cualquier caso, Joe Biden vuelve a ser fiel a sus promesas de campaña. Desafía las reservas del muy respetado Dr. Fauci que cree que no será eficaz-, y por supuesto la oposición de toda la industria farmacéutica estadounidense, cuna de las dos vacunas de ARN mensajero.

Según el jefe de Pfizer, esta renuncia envía una señal negativa; disuadirá a los laboratorios de dedicarse a la investigación durante la próxima pandemia.

Para los congresistas que instaron a Joe Biden a cambiar su postura, no se trata sólo de una cuestión moral, sino económica. Porque cualquier retraso o fracaso en la campaña mundial de vacunación podría poner en peligro el repunte de la economía estadounidense.

"El oxígeno de nuestra industria"

La perspectiva de una renuncia a las patentes facilitada por este apoyo estadounidense es una mala noticia para los laboratorios precursores.

"La propiedad intelectual es la savia de la biotecnología, es como el oxígeno de nuestra industria", dijo Brad Loncar, un inversor en biotecnología. "Si la quitas, no tienes un sector biotecnológico", agregó citado por The Financial Times.

Las acciones de Moderna, que desarrolló una de las dos vacunas de ARN mensajero, perdieron un 6% tras el anuncio. BioNtech y Novavax también cayeron en bolsa.

Las vacunas Covid-19 han disparado el precio de sus acciones en 2020 y están empezando a cosechar fabulosos beneficios. Pfizer, el productor número uno, junto con la alemana BioNtech, ya se ha embolsado más de 3.000 millones de dólares de beneficios en el primer trimestre con la vacuna. Eso es mucho más de lo que ganan las otras moléculas insignia de la empresa. 

Se espera que este año obtenga un margen del 30% en sus ventas de la vacuna Covid-19. Según un estudio del Instituto Iqvia, vacunar al 70% de la población mundial costará 157.000 millones de dólares en 2025. 

Por el momento, se trata de una ganancia inesperada sólo para los titulares de las patentes, especialmente los estadounidenses, ya que Johnson y Johnson y AstraZeneca están vendiendo actualmente a precio de coste.

El problema de la producción

Pero al margen del aspecto económico, ¿es el levantamiento de las patentes de las vacunas la solución adecuada para aumentar rápidamente la producción? La medida puede bajar los precios, pero para aumentar la producción hay que seguir la logística industrial. Las fábricas deben estar listas para producir.

A priori parece ser el caso, varias grandes unidades de producción dicen estar suficientemente equipadas para producir a gran escala. En Bangladesh, por ejemplo, o en Occidente, donde varios laboratorios han ofrecido sus servicios, sin éxito por el momento.

Y, sobre todo, es necesario llevar a cabo capacitaciones y garantizar el suministro de ingredientes. Esto está lejos de ser un hecho. 

Asegurar el suministro de ciertas materias primas es ya un reto en la actualidad. Pfizer lo anticipó en 2020, mucho antes de obtener la luz verde para su vacuna. 

La formación de los fabricantes para evitar los errores de dosificación también requiere recursos humanos que ya se han movilizado para acelerar el ritmo en los primeros productores. Se trata de un problema más industrial que jurídico.

El giro estadounidense no basta

La cuestión jurídica aún no se ha resuelto con el apoyo estadounidense. Se necesita unanimidad para cambiar las reglas en la OMC. 

Por el momento, unos sesenta países, de un total de 164, apoyan activamente esta exención, mientras que la Unión Europea se decía abierta a rever su posición, Suiza, Japón y Brasil se encuentran entre los opositores declarados. 

Serán necesarios varios meses de discusiones antes de llegar a un acuerdo. Si las empresas beneficiarias de los derechos quieren evitar su levantamiento a toda costa, deben demostrar muy rápidamente que están dispuestas a establecer asociaciones operativas en los próximos meses para acelerar la producción.

Acceso desigual

Mientras tanto, la brecha se amplía entre los países ricos, donde las campañas de vacunación permiten un levantamiento progresivo de las restricciones, y las naciones más pobres.

Señal de esa desigualdad, Canadá aprobó este miércoles el uso de la vacuna Pfizer-BioNTech a partir de los 12 años, convirtiéndose en el primer país en autorizarla para personas tan jóvenes, y Estados Unidos se dispone a seguir ese camino la próxima semana.

Más de 1.200 millones de dosis se han administrado a nivel global, pero menos del 1% se inyectó en los países menos desarrollados.

Con Dominique Baillard de RFI y AFP