Las naciones con movimientos feministas fuertes o un alto porcentaje de mujeres en el Parlamento, tomaron una media de cinco medidas sensibles al género más que los países sin esas características

4 de julio de 2022, 12:52 PM
4 de julio de 2022, 12:52 PM

Los países con un mayor liderazgo de mujeres, sistemas de cuidados y protección social universales, y más espacios para las organizaciones feministas, resultaron más eficaces en las respuestas a la crisis provocada por la covid-19, indicó un informe elaborado por agencias de las Naciones Unidas.

El informe “demuestra que cuando las mujeres lideran, todo el mundo se beneficia de una respuesta a la crisis más eficaz e inclusiva, de sociedades y economías más resilientes, hoy y en el futuro”, dijo Sima Bauhaus, directora ejecutiva de ONU Mujeres, la agencia de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género.

El estudio, elaborado junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), revisó unas 5.000 políticas y medidas de respuestas gubernamentales a la pandemia durante dos años.

“Los países con servicios públicos y sistemas de protección social más sólidos tienen una mayor igualdad de género y, por lo tanto, han sido capaces de capear mejor el temporal de los últimos años. Pero la tormenta sigue cerniéndose en todo el mundo”, observó Bauhaus.

Al menos una medida sensible al género se aplicó en 196 de los 226 países y territorios analizados en el informe “Respuestas gubernamentales a la covid-19: Lecciones sobre igualdad de género para un mundo convulso”.

Las naciones con democracias sólidas, movimientos feministas fuertes o un alto porcentaje de mujeres en el Parlamento, tomaron una media de cinco medidas sensibles al género más que los países sin esas características.

Pero incluso en los países con una representación menos igualitaria las líderes políticas reclamaron que se escuchara su voz, de acuerdo con el análisis.

Los países con una mayor proporción de mujeres en los cargos públicos electos, independientemente de los ingresos nacionales, aprobaron más políticas y partidas presupuestarias que tenían en cuenta consideraciones de género, indicó el estudio.

Por ejemplo, el pequeño Estado de Fiyi, en el Pacífico, activó su mecanismo de respuesta a las crisis, diseñado para responder a desastres naturales, y “aprobó 14 medidas históricas para mitigar la lacra de la violencia contra las mujeres y las niñas durante la pandemia”, indicó el reporte de ONU Mujeres y el PNUD.

El grupo parlamentario de mujeres de Tanzania abogó por campañas públicas de información sensibles al género y la concesión de fondos públicos para iniciativas dirigidas específicamente a las mujeres.

Hala El-Said, ministra de Planificación y Desarrollo Económico de Egipto, encabezó un grupo para identificar las formas de reducir los efectos de la pandemia en el trabajo informal, en el que se concentra el empleo de las mujeres.

“La acción colectiva de las mujeres también ha potenciado la sensibilidad de género nacional. Los grupos feministas de la sociedad civil han influido en la respuesta de sus países y contribuido a recabar pruebas y datos para impulsar una visión feminista de la transformación y la recuperación pospandemia”, reconoció el informe.

Mostró a Irlanda y Chile como dos de los países en los que el activismo no solo ha tomado las calles para reclamar medidas gubernamentales, sino que también ha contribuido a introducir evaluaciones presupuestarias con perspectiva de género y planes feministas en el discurso ejecutivo y legislativo.

Por otra parte, el informe registró que a las consecuencias económicas de la pandemia para las mujeres se añade la mayor carga de trabajo no remunerado. Incluso antes de la covid las mujeres de todo el mundo hacían tres veces más que los hombres el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

Ahora, el incremento de la desigualdad en el tiempo dedicado a cuidar de niñas y niños, personas mayores y otros miembros de la familia, está obligando a muchas mujeres a dejar su trabajo remunerado.

A escala mundial, hoy hay 19,7 millones menos de mujeres ocupando un puesto de trabajo remunerado que antes de marzo de 2020, una cifra que es de 10,2 millones en el caso de los hombres.

Ese revés que han sufrido las oportunidades económicas de las mujeres se traducirá en que 388 millones de mujeres vivirán en la extrema pobreza en 2022, una cifra que ahonda todavía más la ya profunda brecha de género de la pobreza.

Los Estados “deben hacer más para reconocer el valor del trabajo doméstico del que se ocupan las mujeres, desarrollando un sistema de protección social mejorado para aquellas personas que asumen responsabilidades de cuidados, ya que son la columna vertebral de una economía más resiliente e integrada”, concluyó el informe.