Durante cuatro años, Donald Trump preparó con mentiras y agitación el terreno del asalto al Capitolio en Washington. Hay que impedir por todos los medios que vuelva a presentarse en 2024, comenta Ines Pohl, periodista

11 de enero de 2021, 11:17 AM
11 de enero de 2021, 11:17 AM

No, los eventos del 6 de enero no fueron un desliz, y tampoco fueron un accidente. Fueron la consecuencia inevitable de una presidencia de cuatro años que se basó en la ira en lugar de la verdad, y que logró convertir las posturas políticas de sus seguidores en el odio al "otro". Ines Pohl, periodista alemana habla de lo ocurrido en el Capitolio.

Donald Trump tiene la responsabilidad

Yo estuve ahí y presencié con mis propios ojos cómo el discurso de Donald Trump, en ese frío día de enero, convirtió a los manifestantes, en su mayoría pacíficos, en una turba furiosa. No hay duda de que el presidente estaba pidiendo a la gente que asaltara el Capitolio. ¿Cómo, si no, habría que entender frases como esta?: "Nunca recuperaremos nuestro país con debilidad; hay que demostrar fuerza, y hay que ser fuerte". Trump las gritó a la multitud, junto con la llamada a marchar hacia el Capitolio.

Hablé con personas que había llegado a la capital desde diversos lugares del país para protestar por los resultados electorales supuestamente "robados". La mayoría eran estadounidenses promedio. Personas realmente convencidas de que el verdadero ganador de las elecciones presidenciales era Donald Trump, infiltrados por sus mentiras, atrapados en sus burbujas de las redes sociales. 

También alentados por esos políticos republicanos que, de manera completamente irresponsable, ayudaron a construir esta peligrosa red de falacias. Y que han sacrificado su juramento de respetar la Constitución ante la codicia personal por el poder.

Los republicanos deben recuperar el sentido común

Y es precisamente por eso, porque no se trata solo un puñado de locos, que los demócratas deben ahora hacer todo lo posible para evitar que el presidente aún en funciones se presente a otra elección. Donald Trump tiene sangre en las manos. Durante el asalto al Capitolio ha muerto gente. Esa es razón suficiente para realizar un segundo juicio de destitución contra Donald Trump. 

Pero aún más importante es organizar las mayorías apropiadas en el Congreso para aprobar una orden ejecutiva que asegure que a Donald Trump nunca más se le permitirá presentarse a un cargo público. Eso requiere una mayoría de dos tercios, con la cual solo se contará si poco menos de 20 republicanos finalmente recuperan el sentido común.

Se trata de decisiones difíciles que los demócratas tienen que tomar en los próximos días. Si buscan llevar a cabo inmediatamente un proceso de destitución, se arriesgan a que las primeras semanas de la presidencia de Joe Biden se vean ensombrecidas por el debate sobre el futuro de Donald Trump. 

Por lo tanto, algunos argumentan que hay que esperar hasta que se establezca la nueva administración y se puedan tomar medidas vitales en la lucha contra el desastre provocado por el COVID-19. Entre tres y cuatro mil personas mueren cada día por esa enfermedad en Estados Unidos. Aunque una cosa así no tenga precedentes, el juicio contra Donald Trump podría iniciarse semanas después de que Biden tome posesión del cargo.

Puede ser que muchos partidarios de Trump piensen, por tales medidas, que su suposición de el sistema político de los Estados Unidos está "subvertido" se ve confirmada. Hay que contar con eso.

El Partido Republicano ha demostrado una y otra vez que no está a la altura de los juegos de poder de Donald Trump. Si este tiene la oportunidad de volver a presentarse como candidato a  la presidencia dentro de cuatro años, seguirá teniendo a los republicanos como rehenes, y los dominará. 

Aparte de eso, 73 millones personas votaron por Donald Trump en 2020. Es muy posible que haya unos pocos millones más en 2024, si Trump siguiera reinterpretando la realidad a su beneficio y convirtiéndola un espectáculo, con la perspectiva de volver a la Casa Blanca.

Debe quedar claro a todos los líderes políticos que la difusión de mentiras y el fomento del odio tienen consecuencias y pone fin a las carreras políticas de inmediato. El asalto al Capitolio fue solo una primera muestra de lo que aún puede venir.

(gg/cp)