Los comentarios del presidente de Francia provocaron malestar en el Gobierno británico

13 de junio de 2021, 12:34 PM
13 de junio de 2021, 12:34 PM

¿Qué pasaría si los británicos considerasen Cataluña u otras regiones europeas como "países diferentes" a los que integran?, planteó el domingo el ministro de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, indignado tras comentarios del presidente francés sobre Irlanda del Norte.

La pretendida unidad entre las grandes economías chocó en la cumbre del G7 con el desacuerdo entre Londres y sus ex socios europeos sobre los nuevos controles aduaneros impuestos por el acuerdo de Brexit a los productos que llegan a esa región británica desde el resto del Reino Unido.

Tras encuentros bilaterales el sábado con el presidente francés Emmanuel Macron, la canciller alemana Angela Merkel y los dirigentes europeos Ursula von der Leyen y Charles Michel, el primer ministro Boris Johnson afirmó que no dudaría en suspender la aplicación de dicho acuerdo si la UE no se muestra flexible al respecto. 

Según The Times y Daily Telegraph, estaba furioso tras su reunión con Macron. 

Johnson se quejó de que la nueva normativa impedirá a partir de julio el envío de salchichas desde la isla de Gran Bretaña a Irlanda del Norte, preguntando cómo tomaría que ocurriese los mismo entre Toulouse y París.

Según estos diarios, el presidente francés rechazó la comparación afirmando que esas dos ciudades francesas "forman parte del mismo país". El entorno del presidente galo confirmó la "tensa" conversación asegurando que utilizó el término "territorio" y no "país".

El domingo, el jefe de la diplomacia británica, Dominic Raab, reaccionó con indignación, señalando que estos comentarios "tienen efectos concretos en las comunidades".

"¿Se imaginan que habláramos de Cataluña, de la parte flamenca de Bélgica, del norte de Italia, de la Córcega francesa como países diferentes? Necesitamos un poco de respeto y también, francamente, una apreciación de la situación en Irlanda del Norte", declaró al canal Sky News.

Sacudida por tres décadas de un conflicto entre unionistas protestantes y republicanos católicos que dejó 3.500 muertos, Irlanda del Norte disfruta desde 1998 de una frágil paz amenazada por el Brexit.

Para evitar la reinstauración de una frontera con la vecina República de Irlanda, inaceptable para los republicanos norirlandeses, Londres y Bruselas acordaron dejar a la región dentro del mercado único europeo y la unión aduanera.

Pero esto está dificultando el comercio con el resto del Reino Unido y enfurece a los unionistas, que se consideran separados así de su país.