Al menos 18 personas fueron ultimadas por presuntos policías en la ciudad de Osasco. Vecinos salen a las calles para recordar siete días de la matanza de 18 personas

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21 de agosto de 2015, 11:11 AM
21 de agosto de 2015, 11:11 AM

Una madre que perdió a su único hijo; un joven que se salvó de ser otra víctima: en una favela de Sao Paulo aún retumba el recuerdo de esa noche violenta, hace apenas una semana, en la que 18 personas fueron asesinadas a sangre fría.

Los vecinos de la favela Munhoz Junior sienten terror y tristeza al recordar los disparos que oyeron la noche del jueves 13 cuyos presuntos autores son policías.

Al salir a la calle, en medio de gritos y llantos, se encontraron con ocho cuerpos bañados en sangre en el suelo de un pequeño bar.

Corrieron a avisar a los familiares de los hombres asesinados, todos viejos conocidos de esta barriada de la ciudad de Osasco, en la región metropolitana de Sao Paulo.

"Cuando me dijeron que le habían disparado yo no entendía nada. Bajé corriendo, lo vi ahí en el suelo, alcanzó a recibir ayuda pero no resistió. Me mataron a mi único hijo", contó Zilda de Paula, de 62 años.

"Era un hombre bueno", añade con una tristeza contenida.

Fernando Lopes de Paula, de 34 años, murió junto a otras siete personas en ese bar de la favela. Estaban bebiendo cervezas cuando un grupo de hombres armados y enmascarados irrumpió en el lugar, los hicieron levantarse y los ejecutaron, según las imágenes registradas por cámaras de seguridad.

"Yo pude ser uno más de esos muertos. Ese día me fui un poco antes a mi casa y en diez minutos perdí a ocho amigos", recuerda Anderson da Silva, de 35 años. Está desempleado y dice que varios días de la semana los pasaba con sus amigos en ese lugar.

Los otros diez asesinatos se registraron en varios puntos de Osasco y del vecino municipio de Barueri, todos en un lapso de pocas horas.

Familiares y amigos organizaron el jueves por la noche una ceremonia para recordar los siete días desde esa matanza en Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña. Sacerdotes católicos, un pastor evangélico y un representante del candomblé, culto afrobrasileño, lideraron el ritual realizado en plena calle, afuera del bar, bajo la luz cenicienta del alumbrado público.

"Estamos con miedo"

Varias decenas de participantes oraron e hicieron una pequeña caminata pronunciando en voz alta el nombre de cada uno de los muertos.

"Dios es vida, no es muerte, y él no quiso que esto pasara. No olvidemos, para que esto nunca más ocurra en nuestra periferia", dijo con vehemencia el sacerdote mexicano Martín Islas, que vive hace 20 años en Brasil y realiza trabajo pastoral en comunidades pobres.

"Queremos justicia, así como queremos educación y trabajo. Así como también queremos paz", agregó en medio de aplausos.

Afuera del bar, que está clausurado, hay unas macetas con flores, algunas velas encendidas y varios carteles que recuerdan a los asesinados. "Sólo pedimos paz, aunque eso sea un sueño", dice uno de los letreros sobre la pared despintada.

"Nadie se preocupa por nosotros, aquí estamos olvidados. La policía no nos cuida, nunca patrulla, tenemos que cuidarnos entre nosotros", dijo una de las vecinas, que no quiso dar su nombre.

Lais es una estudiante de 20 años que vive cerca. No dio su apellido, pero sí quiere hablar.

"Tenemos miedo, pero si nadie habla ¿cómo vamos a cambiar esto?", se preguntó. "Ya ha pasado muchas veces antes, sabemos que cuando matan a un policía esto puede pasar", añadió.

La principal hipótesis de las autoridades paulistas es que se trató de una venganza por la muerte de un policía y de un guardia civil días atrás. En la investigación participa también la Fiscalía de Sao Paulo y hasta la oficina de denuncias de la propia policía militar.

Ya hay al menos 10 sospechosos

Analistas recuerdan que la policía militar de Sao Paulo es muy letal y que ha heredado métodos de la larga dictadura que terminó hace 30 años.

Sólo en 2014 unas 700 personas murieron en operativos, según cifras oficiales. Eso sin contar las matanzas en las que podrían haber participado "grupos de exterminio" formados por agentes policiales activos o retirados que buscan venganza por mano propia, alertan expertos.

"Y estamos desamparados ante esas acciones deliberadas de venganza", dice Carlos Silva, un activista de la juventud de las periferias brasileñas que participó de la conmemoración.

Los vecinos de Munhoz Junior cierran su caminata. Antes de terminar la ceremonia elevan el tono de sus discursos y sus demandas, hasta que terminan gritando en una sola voz: "¡Justicia, justicia!".