El Senado brasileño definirá durante 20 horas si el informe que pide la destitución de Rousseff por irregularidades de tipo fiscal es aprobado, se necesita 41 votos positivos

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8 de agosto de 2016, 14:40 PM
8 de agosto de 2016, 14:40 PM

El pleno del Senado brasileño iniciará este martes una sesión maratoniana, que durará unas 20 horas, para la primera de las dos votaciones definitivas del proceso que le puede costar el cargo a la presidenta suspendida, Dilma Rousseff.

La sesión que comenzará a señalar el destino de la mandataria, suspendida de sus funciones desde el pasado 12 de mayo y sustituida desde esa fecha por el hasta entonces vicepresidente Michel Temer, se realizará en momentos en que la atención del país está centrada en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Ajenos a medallas y al clima deportivo, los 81 senadores votarán un informe que pide la destitución de Rousseff por maniobras que alteraron los presupuestos y otras irregularidades de tipo fiscal, que según la Constitución pudieran justificar su destitución.

La sesión, una auténtica prueba de resistencia para el Senado, comenzará este martes pero sólo concluirá durante la mañana del miércoles, pues cada uno de los 81 senadores tendrá 10 minutos para exponer su posición, lo que ya garantiza unas 14 horas de debates.

Además, la acusación y la parte acusadora dispondrán cada una de media hora para dirigirse al pleno, que también prevé intervalos de 60 minutos cada cuatro horas.

Para que el informe que recomienda la destitución de Rousseff sea aprobado y el proceso llegue a su última fase, será necesaria una mayoría simple entre los senadores presentes, que en caso de plena asistencia supondría 41 votos.

Los partidarios de la destitución de Rousseff sostienen que ya cuentan con por lo menos 54 de esos votos, aunque encuestas hechas por medios locales entre los senadores dicen que sólo unos 44 ya han declarado su inclinación a respaldar el informe.

Si fuera así, bastaría para que el proceso continúe, aunque con dudas para el último paso del proceso, en el que el pleno del Senado deberá volver a pronunciarse en una última votación, en la que la mandataria será despojada del mandato si así lo decide una mayoría calificada de 54 votos (dos tercios).

La fecha de esa última sesión será definida por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, quien dirigirá el trámite a partir de mañana, como garante constitucional y corresponsable del proceso junto con el Parlamento.

Lewandowski ya ha adelantado que, en caso de que los senadores se pronuncien por la continuidad del proceso, esa definitiva votación será convocada para fines de este mes y podrá durar entre tres y cinco días.

Los movimientos sociales que respaldan a Rousseff han convocado a protestas para este martes bajo los lemas "Fuera Temer" y "Vuelve Dilma", aunque las autoridades policiales de Brasilia dudan de que vaya a haber una respuesta masiva.

Esos cálculos se apoyan en las protestas más recientes, como las realizadas el pasado viernes, en coincidencia con la inauguración de los Juegos Olímpicos, que no llegaron a congregar a más de 5.000 personas en todo el país.

Si esas manifestaciones parecieron ser un fracaso, no lo fue un llamamiento hecho por las redes sociales a valerse de los Juegos Olímpicos para protestar contra Temer, que a pesar de su carácter interino hasta que se defina la suerte de Rousseff, ha adoptado algunas medidas impopulares desde que está en el poder.

La mayor muestra del malestar con Temer, que no necesariamente supone un apoyo a Rousseff, fue dada durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, en la que el presidente interino recibió un sonoro abucheo al declarar abierto el evento.

Aunque esos silbidos resonaron a escala planetaria a través de la televisión mundial, Temer les restó importancia y los explicó como una "tradición" de las tribunas del estadio Maracaná, desde las que ya fueron abucheados todos los mandatarios que por allí pasaron.

Temer intentó restarle importancia a esa protesta y la explicó citando un texto del fallecido escritor brasileño Nelson Rodrigues, quien aseguraba que "en el Maracaná se abuchean hasta los minutos de silencio".