La presencia del virus será permanente por un largo tiempo, advierten médicos y científicos y ni siquiera una vacuna podría detener su circulación. Deberemos aprender a convivir con él.

El Deber logo
8 de agosto de 2020, 20:49 PM
8 de agosto de 2020, 20:49 PM

Desde que apareció en diciembre del año pasado, el virus Sars-CoV-2 ya ha dejado más de 19 millones de personas contagiadas y casi 716 mil fallecidos. En menos de tres meses y debido a su rápido avance la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo declaró como una pandemia.

Hoy, a la luz de todos los antecedentes y desde el punto de vista práctico, el nuevo coronavirus se convirtió en un virus endémico y tendremos que acostumbrarnos a vivir con él.

María Luz Endeiza, infectólogfa pediátrica de la Clínica Universidad de los Andes, dice que aunque la OMS no lo haya declarado aún así, hoy podemos considerar que se trata de un virus endémico, sobre todo considerando la situación actual del virus en el país.

La definición de un virus endémico se refiere a su presencia constante y habitual prevalencia de una enfermedad o agente infeccioso en una población de un área geográfica determinada.

“Para que sea oficial se debe esperar a la OMS lo señale, pero en el sentido práctico, es un virus endémico. No desaparecerá, seguimos teniendo casos totalmente autóctonos, la circulación es dentro del país”, dice Endeiza.

Pablo Vial, infectólogo de Clínica Alemana y Universidad del Desarrollo y además integrante del Comité Asesor Covid-19 del Ministerio de Salud, cree que “estamos en la fase de disminución del brote más importante de este año y que es probable que, como ha sucedido en los países de Europa que están en verano, el virus produzca rebrotes focalizados y persista con una endemia (presencia) permanente aunque con incidencia más baja”.

A juicio de Tomás Regueira, presidente de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi) e intensivista de Clínica Las Condes, más allá del término que reciba el virus, lo más importante es que tendremos que convivir con el virus por mucho tiempo.

“Estrictamente estamos ahora en la bajada de la pandemia, pero en la medida en que retomemos las actividades, vamos a tener rebrotes”, señala este especialista.

No es una endemia

No todos los especialistas están de acuerdo con una endemia. María Teresa Valenzuela, vicedecana de Investigación de la Facultad de Medicina de la U. de los Andes y parte del consejo asesor Covid-19 del Minsal, tiene una opinión distinta. “No es posible que un virus de esta naturaleza, que genera brotes epidémicos y que se genera de una persona, a otra persona, a otra persona, mientras encuentre susceptibles, se convierta en endémico, porque llega un momento en que afecta a tal cantidad de susceptibles que empieza a genera inmunidad de rebaño y comienzan a descender los casos. Para que sea endemia habría que tener la calidad portación del virus, cosas que no está descrito”, dice.

En otras palabras, el Sars-CoV-2, infecta, se produce un crecimiento expansivo de los contagios, se llega al pico y empieza a bajar en la medida en que disminuyen las personas susceptibles. Por lo mismo, insiste la doctora Valenzuela, el tratamiento no farmacológico, la distancia física es fundamental.

Christian García, académico y médico doctorado en Salud Pública de la U. de Santiago, también dice que es muy temprano para decir que es una endemia. “Si se mantiene el próximo año y los sucesivos podríamos empezar a hablar de endémico, más que endémico, es probable que tengamos un virus estacional con fluctuaciones anuales, como la influenza”.

Jose Manuel Manríquez, médico epidemiólogo y académico del Instituto de Salud Pública de la U. Austral, plantea que más que hablar de un virus endémico, lo correcto sería hablar de una enfermedad endémica. Es endémica, “cuando los casos se mantienen en el tiempo con oscilaciones cada año en los que hay mayor numero de caso y menor número de caso. Cuando una enfermedad logra inmunizar a través de el padecimiento de la enfermedad o inmunizar a través de una vacuna, pero ésta no es de por vida. Lo mismo ocurre con la enfermedad, puede disminuir después de algunos años”.

¿Por qué se habla de endemia? Porque su erradicación, que el virus deje de circular, es muy difícil de lograr. Es más la única enfermedad que se ha logrado erradicar, es la viruela, recuerda el epidemiólogo.

Cuando se pierde la inmunidad, aumenta la cantidad de población susceptible que puede enfermar, se producen brotes, las personas se enferman, se vuelven a inmunizar y bajan los casos. “Estas ondas oscilantes, ocurre también con otras enfermedades como la hepatitis A”, explica Manríquez.

Erradicar una enfermedad demora mucho tiempo. Una vacuna que deje una inmunidad permanente o una enfermedad que también lo haga como la varicela o peste cristal, también ayudaría a ese objetivo. Pero, “las enfermedades que son zoonosis como se sospecha, es el coronavirus, son casi imposibles de erradicar, porque los reservorios son animales y no se puede controlar muy bien”, insiste el académico de la U. Austral.

Cuestión de inmunidad

Todos los especialistas coinciden en señalar que si el virus se volverá o no estacional o si habrán brotes cada uno o dos años, depende de un aspecto que hoy aún o se conoce: la inmunidad de las personas.

“No sabemos cuánto tiempo duran los anticuerpos de las personas, solo sabemos que quienes enfermaron de manera más grave, tienen más anticuerpos que aquellos que hicieron la forma leve o fueron sintomáticos. Pero no sabemos si la inmunidad natural es permanente”, dice Endeiza.

“Estamos todavía aprendiendo”, explica Regueira, pero adelante que al menos “por los próximos ocho o 10 meses tenemos que asumir esta convivencia con el virus y hacerlo con responsabilidad no solo desde el Estado, sino que sobre todo individual”.

Nicolás Muena, investigador de la Fundación Ciencia & Vida, señala que ha pasado poco tiempo para conocer bien qué ocurre con la respuesta inmune, “si dura como el Sars podría durar entre dos o tres años, pero si la inmunidad dura como los otros coronavirus que producen el resfrío común, podríamos tener rebrote cada año”. Lo más preocupante según Muena, es que el virus se presente de manera estacional porque a las complicaciones y fallecimientos que se produce por virus sincicial, influenza y otros virus del invierno, se sumaría el Sars-CoV-2.

“Si la inmunidad es duradera, podríamos ir eliminando los rebrotes. Si dura poco, podría aparecer uno cada año o cada dos años o de manera estacional y ahí se volvería endémico. Eso dependerá de qué tan efectiva sea la inmunidad, las vacunas se pueden diseñar para que tengan una inmunidad superior a la inmunidad natural. Si se hace endémico o no, dependerá de la inmunidad”, indica Muena.

El investigador de la Fundación Ciencia & Vida, agrega que para Europa se estima que entre el 1 y el 6% de la población se ha infectado, por lo que un gran porcentaje de la población sigue siendo susceptible.

Sin besos, sin abrazos y con mascarilla

Según Endeiza, el uso de las mascarillas deberá ser permamente, igual que el lavado de manos y el cambio de conducta hasta que no se logre la inmunización de un gran porcentaje de la población, idealmente con una cobertura de vacuna que no puede ser menos del 80%.

La conducta que adopten las personas será vital, pero también la respuesta de las autoridades de salud en cuando a la trazabilidad de los casos y la búsqueda de éstos con seguimiento activos, insiste la infectóloga de la Clínica U. Andes.

“La población general tendrá que aprender a vivir con distanciamiento físico, sin besos sin abrazos, con mascarillas, lavado de manos, teniendo cuidado con las superficies, con protocolos de limpieza para ingresar a sus casas, todos cambios de vida que no teníamos antes y que tenemos ahora”, dice Regueira.

Desde el punto de vista sanitario, señala el intensivista, será necesario seguir con los testeos y mejorar la trazabilidad. “Lo ideal que es antes de 48 horas, a una persona se le realice el test, le den resultado y sea aislado. Eso sería lo óptimo”, dice el presidente de la Sochimi.

En lo relativo a su especialidad, Regueira cree que será necesario mantener la capacidad ampliada de camas, al menos al doble de lo que se tenía antes de la pandemia.

Otro aspecto al que tendremos que acostumbrarnos, dice Regueira es al 

“abre y cierre de la llave de paso”

: en la medida en que las tasa de positividad sean bajas en un determinado lugar, se podrán dar más libertades (

apertura de la llave

) y restringir los permisos (

cierre de la llave

) en caso de que estos aumente. (La Tercera)