En la Escuela de Seguridad Genghis, en Tianjin, cerca de Pekín, alumnos vestidos con traje negro y camisa blanca impecables están realizando un ensayo para proteger a un cliente

21 de septiembre de 2020, 9:37 AM
21 de septiembre de 2020, 9:37 AM

El entrenamiento militar ya no es suficiente: en la única escuela de guardaespaldas en China, los alumnos reciben capacitación en ciberseguridad y protección próxima de alta gama para ricos patrones. 

En la Escuela de Seguridad Genghis, en Tianjin, cerca de Pekín, alumnos vestidos con traje negro y camisa blanca impecables están realizando un ensayo para proteger a un cliente de un intruso amenazante. 

"¡Peligroooo!”, exclama Ji Pengfei, el entrenador. Los aprendices de guardaespaldas saltan de inmediato: colocan a la persona a proteger detrás suyo y sacan una pistola del bolsillo. 

Disponen de dos segundos, tiempo máximo para realizar los movimientos correctos. En caso contrario, son penalizados y deben hacer 50 flexiones. 

Las pistolas son falsas puesto que China prohíbe de manera estricta la posesión de armas de fuego. Pero, los alumnos son llevados frecuentemente al vecino Laos para practicar tiro. 

Cada candidato a guardaespaldas debe desembolsar unos 2.500 euros en su entrenamiento. Y cada año, de la escuela Genghis salen unos mil graduados.

Pero su fundador, Chen Yongqing, considera que el país aún carece de profesionales suficientes, en virtud de la cantidad de millonarios que hay en China: 4,4 millones, según un estudio de Credit Suisse en 2019, más que en Estados Unidos.

Durante su formación, los alumnos son sometidos a una férrea disciplina: entrenan desde el amanecer hasta la medianoche y los teléfonos móviles les son confiscados. 

"Solamente siendo firme es posible forjar una buena espada. De lo contrario, se partirá en dos ella sola", asegura este exmilitar, quien afirma ser "muy exigente". 

- Presidentes franceses -

Aquí se come en silencio, en un gran comedor con fotos de exgraduados. Algunos de ellos han protegido a Jack Ma, el multimillonario fundador del gigante chino del comercio electrónico, Alibaba, e incluso a presidentes franceses en visita oficial.

China es uno de los países más seguros del mundo, merced en buena parte a la gran cantidad de cámaras de videovigilancia desplegadas, la policía y al relativo respeto a la ley de los ciudadanos. 

Ésta es la razón por la que, de acuerdo a Chen Yongqing, la protección próxima debe ahora "crear un valor añadido", puesto que el riesgo de ataque físico es limitado. 

Su clientela está integrada sobre todo por empresarios adinerados. Algunos son directores de las empresas inmobiliarias y tecnológicas más grandes del país. 

Pero, estos patrones "no necesitan que luches", explica Chen a sus alumnos. En su opinión, el guardaespaldas moderno debe poseer otras habilidades más sutiles: frustrar el pirateo de un teléfono móvil, garantizar la seguridad de toda una red informática, e inclusive anticiparse a los riesgos de espionaje. 

"¿Qué haces si tu jefe quiere destruir un archivo de video rápidamente?", pregunta Chen Yongqing a un grupo de alumnos.

- Caprichos -

Los alumnos también deben aprender cómo lidiar con los caprichos de sus clientes.

Por superstición, algunos solamente confían en un guardaespaldas de su mismo signo del Zodiaco, explica el entrenador Ji Pengfei. Otros solo quieren contratar a alguien proveniente de la misma ciudad. 

La formación recibida en la escuela Genghis puede desembocar en una carrera y salarios muy atractivos. 

Zhu Peipei, un ex militar de 33 años oriundo de una zona rural en la provincia norteña de Shanxi, cree que se trata del camino ideal para jóvenes sin calificación especial, como él mismo.

"Y, por supuesto, también está el hecho de que este trabajo es genial", dice sonriendo. 

En China, los mejores guardaespaldas pueden ganar hasta 500.000 yuanes (73.000 dólares) anuales, mucho más que el salario medio anual de un empleado de oficina. 

Pero, algunos aspiran y sueñan con cambiar de país.

"Quiero trabajar en Filipinas o Birmania", países vecinos de China, indicó a la AFP un alumno procedente de Wuhan, quien pidió el anonimato. 

"Al menos allí puedo portar una pistola. El trabajo es más difícil que aquí, pero se puede ganar más".