Opinión

Aasana: La nacionalización de la nacionalizada

Gonzalo Chávez/Economista

5 de diciembre de 2021, 4:07 AM
5 de diciembre de 2021, 4:07 AM

Lo que está pasando con Aasana tiene ribetes de delirio ideológico, revela una enorme improvisación en un sector de alto riesgo como es la aeronavegación y muestra la punta del iceberg de la crisis del modelo económico populista estatista.

En 2013, con bombos y platillos se nacionalizó Sabsa y Aasana pasó a controlar 42 aeropuertos en Bolivia. Es decir, la administración de los aeropuertos y la gestión de la aeronavegación han estado en manos del Movimiento Al Socialismo (MAS) hace más de 15 años, con el ínterin de 11 meses del gobierno de Jeanine Áñez. Por lo tanto, el gobierno es el responsable de su gestión económica y financiera. Recordemos que el Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Vivienda nombra a la cabeza de esa institución. El último director ejecutivo de Aasana fue una militante del MAS.

Después de tres lustros a cargo de esa entidad pública, el Gobierno descubre, con indignación (sic), que existe: nepotismo, abuso con el uso de horas extra, personal supernumerario, descontrol financiero, aumento de la deuda, y un sindicato abusivo. El ministro del área -después de un año en el cargo- denuncia: “Es decir, han contratado a una secretaria, esta secretaria tiene como ayudante a otra secretaria y este ayudante tiene todavía otro personal de apoyo y ese personal de apoyo tiene todavía su ujier (asistente)”. Esta evaluación es una joya del cinismo político y deber estar, con letras de oro, en el manual del buen neoliberal cuando debe denunciar el mal manejo de una entidad estatal.

De la narrativa oficialista da la impresión que Aasana estuvo administrada por los extraterrestres hasta octubre de 2019 y después viene la coartada perfecta. Todo este desastre ocurrió solo en 11 meses del gobierno golpista de Áñez y les tomó un año descubrir estos problemas. Antes de la irrupción de la derecha Aasana era un reloj suizo.

No obstante que hace un año se conocían los problemas descritos, le metieron Bs 119 millones de fondos rotativos a este paraíso de la ineficiencia y la corrupción recién descubierto con la huelga de los trabajadores.

Ahora bien, la solución encontrada es primorosamente neoliberal: 1.000 trabajadores a la calle, cierre de la empresa, desconocimiento de la deuda. Igual que el Decreto Supremo 21060, qué cerró Comibol. El marco legal para introducir la racionalidad del corte está en la Ley 1356 del Presupuesto General de la Nación (PGN) 2021 que en el Párrafo I Artículo 9 dice: “En el marco de la política de austeridad implementada por el Gobierno Nacional, y a objeto de precautelar la sostenibilidad financiera del Sector Público a largo plazo, se autoriza al Ministerio de Economía y Finanzas Públicas efectuar la evaluación de la estructura del sector público, y realizar una propuesta de ajuste que principalmente evite la duplicidad de objetivos y atribuciones mediante la adecuación, fusión o supresión de las entidades, previa evaluación de ingresos y gastos. Dicha propuesta será aprobada mediante Decreto Supremo independientemente del nivel normativo de creación de la unidad, normas que se entenderán como abrogadas o derogadas según corresponda”. O sea parte del D.S. 20160 en dosis concentrada. 

Un elefante/párrafo neoliberal disfrazado de hormiguita revolucionaria se pasó frente a toda la oposición, por lo menos, en dos oportunidades, PGN 2020 y 2021. Este delicado tema resalta la importancia de un debate amplio sobre las Leyes. Por lo tanto, el cierre de Aasana no fue al calor del conflicto, fue preparado con premeditación y alevosía. Lo que significa que podría haber otras instituciones y empresas que sigan el mismo camino porque sin duda están en malas condiciones financieras. Ahora, sería bueno conocer la evaluación previa hecha por el Ministerio de Economía que la ley manda.

El otro conejo que sale del sombrero del aprendiz de mago en este caso, es que se crea otra entidad estatal Navegación Aérea y Aeropuertos Bolivianos (Naabol) para hacerse cargo de la administración y gestión de los aeropuertos. Problema resuelto. Putus al viento. Se inicia una nueva fase del proceso de cambio: la nacionalización de las nacionalizadas o la vuelta de la mano neoliberal disfrazada de revolución.

Por la brecha abierta con Aasana, no nos extrañaríamos que se “descubran” similares problemas en las otras instituciones y empresas estatales nacionalizadas hace más de 10 años. Pero podemos estar tranquilos, felizmente el Gobierno tiene la solución: YPFB podría llamarse Petróleos Patrióticos Verdaderamente Bolivianos (PPVB) o el ingenio de San Buena Aventura podría cambiar a Dulces Azucares de San Lenin (DZSL). Antes de continuar, una moraleja médica a partir de la experiencia de Aasana: Doctor me diagnosticaron cáncer. El galeno azul: tengo la solución para tu problema, ahora se llamará gripe. Asunto resuelto. ¿Y el tumor de 1.300 millones de bolivianos? Haremos una marcha contundente para que retroceda.

En todo este lío nunca se mostró la evaluación de Aasana que manda la Ley 1356. Ni una palabra sobre los orígenes de la crisis. ¿Cuándo y dónde comienza la millonaria deuda? ¿Cuál de los 42 los aeropuertos es el más deficitario? ¿Qué pasa con los aeroparques que se construyeron en los últimos 10 años donde llega un avión a la semana? ¿Quiénes son los responsables de los problemas financieros? ¿Qué pasará con los neo relocalizados? ¿Quién se hará cargo de los pasivos de Aasana?

Por supuesto, en la decisión del Gobierno de crear Naabol no se habla de lo delicado que es hacer política con una actividad que requiere sobre todo seguridad y es un monopolio natural. Este tipo de actividad requiere de una fuerte inversión inicial, que generalmente la hace el Estado, pero puede ser administrada ya sea por el Gobierno o el sector privado. El monopolio natural (un aeropuerto) puede brindar servicios de aeronavegación a costo menor que si fuera ofrecido por varias entidades públicas y/o empresas privadas compitiendo. Este monopolio debe ser fuertemente regulado por un ente independiente donde se priorice la máxima seguridad, estabilidad, experiencia y competencia técnica. Los servicios de aeronavegación no pueden estar al vaivén político. Para terminar una confesión: Estos días aumentó mi miedo a volar.

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