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19 de febrero de 2022, 4:00 AM
19 de febrero de 2022, 4:00 AM

Por Juan Steer Salas, agrónomo

Se suele escuchar a algunas autoridades tildar a los menonitas de extranjeros. Los menonitas no son extranjeros. La gran mayoría de ellos, quizá el 90 por ciento son bolivianos, nacidos aquí, viven aquí, trabajan aquí y producen un porcentaje importante de los alimentos que se consumen en Bolivia. Dan mucho al país y casi no piden nada. Los menonitas originales, que llegaron de otros países, ya son muy pocos y están en edad avanzada. Todos los menonitas hablan alemán bajo pero casi todos ellos también hablan castellano similar a muchos bolivianos que hablan su idioma nativo pero también el castellano.

Yo soy boliviano, no menonita, y trabajo en una propiedad ganadera que colinda con la colonia menonita Canadiense 2. en la zona de Pailón Sur. Tengo mucho contacto con la colonia y en lo que permita este pequeño artículo quiero expresar mi afecto por esta gente.

Hace unos años tuve una pequeña herida en la espalda y necesitaba una enfermera que me la cure. Fui a la posta sanitaria menonita, llegué a las 18:30. Un letrero decía atención hasta las 18:00. Por si acaso toqué la puerta, salió una señora menonita, de civil, me preguntó qué necesitaba, le expliqué, me hizo pasar. Me dijo que me eche en la camilla y que espere. Después de unos minutos volvió vestida de enfermera con una fuentecita con los materiales estériles que necesitaba. Cuando me estaba curando sentí una gran sensación de gratitud. Quién era esta alma buena que cuidadosamente me atendía, fuera de horario, sin ser yo un menonita, no me había preguntado si tenía seguro, no sabía si tenía plata para pagar la consulta, ni siquiera sabía mi nombre. Cuando terminó, le agradecí y le pregunté cuánto le debía, me dijo catorce pesos. Yo creo que eso no cubría ni la venda que me había puesto. Antes de irme le busqué charla y me contó que era una voluntaria paraguaya que junto con su marido estaban asesorando a la Colonia Canadiense. Más adelante hice un poco de amistad con ellos y un día me llegó una invitación para la presentación de un libro que la pareja había escrito, Historia de la Colonización Menonita en Bolivia. La presentación se hizo en el Instituto Goethe de Santa Cruz y ahí tuve la oportunidad para agradecerles a nombre de cientos de bolivianos, que seguramente, al igual que yo, habían pasado por su posta. Debo hacer notar que esa posta ya no existe y en su lugar hay un pequeño hospital que incluye internación y farmacia, y donde los bolivianos menonitas y los bolivianos no menonitas son atendidos con los mismos cuidados.

La Colonia Canadiense 2 está rodeada de estancias y propiedades agrícolas de bolivianos, incluyendo dos pueblitos, Rosal Centro y Rosal 1. En la colonia y sus alrededores todos los caminos son de tierra y requieren permanente mantenimiento. Casi todo el mantenimiento lo hacen los menonitas con sus propias máquinas y con los aportes que realizan los miembros de la colonia; sin embargo, los caminos esta abiertos para todos, tanto menonitas como bolivianos.

En la colonia, todos se encargan de la agricultura y la ganadería, mayormente lechería, pero hay algunos menonitas que al margen de estas actividades dan servicios de mecánica, electricidad de máquinas, tornería, soldadura y oficios afines. Sin los servicios de estos técnicos sería muy difícil la agricultura mecanizada que hoy se practica en la zona. Algunos tienen talleres donde se hacen reparaciones mayores y donde hasta se fabrican máquinas sencillas. La colonia también recibe servicios de técnicos bolivianos, por ejemplo, en el mantenimiento de las redes eléctricas. En este sentido, la colonia no es aquella entidad cerrada en la que a veces solemos pensar. La integración con bolivianos es muy grande.

Los menonitas son cristianos evangélicos. Sus iglesias son parecidas pero no siempre iguales. Hace algún tiempo me invitaron a un matrimonio a llevarse a cabo en una de sus iglesias, a las 15:00. Llegue a esa hora y creo que fui uno de los últimos en entrar. Yo fui con ropa de diario, pero muchos estaban de terno. La ceremonia fue muy formal y ordenada. Aunque ellos hablan en alemán bajo, en la iglesia cantan en alemán alto y había un misal para cada uno. Después del acto religioso hubo una recepción con abundante comida y bebida pero sin alcohol. No vi muchos regalos y le pregunté a un asistente si le podía dar a la pareja un regalito en dinero. Claro que sí -me dijo- y será muy apreciado, y me señaló una tinaja que se encontraba, sin ninguna custodia, en una esquina de la iglesia.

Espero con estas líneas haber aportado algo al conocimiento de los menonitas. Estos días se ha hablado mucho del desalojo de unos menonitas en una colonia cerca de San José. En Bolivia hay mucha tierra ociosa para el que quiera trabajar, por lo tanto no es necesario ni moral ir a querer quitarle la tierra a quien ya está asentado y trabajando. Más de dos terceras partes del departamento de Santa Cruz están sin trabajos. Los menonitas aportan a la economía del país y tienen un rol fundamental en nuestra seguridad alimentaria. Se merecen un trato igualitario al de cualquier ciudadano boliviano. 

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