Opinión

Alucinaciones políticas

22 de junio de 2021, 5:00 AM
22 de junio de 2021, 5:00 AM

(Voz 1) “¿Están dispuestos a manipular la información, al igual de lo que hace el MAS?

(Voz 2) “Ciento por ciento”

Presuntamente, la primera voz sería del contacto-agente de ventas y traductor de un grupo mercenario estadounidense; la segunda, la del exministro de Defensa del gobierno interino.

(Voz 3, en inglés) “Podemos traer hasta 10.000 hombres (…) disfrazados de contratistas de seguridad, para compañías norteamericanas que operan en Bolivia. Todo tendrá la apariencia de una operación de privados, aunque las tropas que enviaremos partirán de una base del Comando Sur, ubicada en Miami”. Esta tercera voz sería la de Joe Pereira, mercenario y nexo con militares estadounidenses.

(Voz 2) “Es un gran dato” (…) “El alto mando militar (boliviano) ya está en conversaciones preliminares. El grito de guerra, es que (el MAS) quiere reemplazar a las fuerzas armadas y policías por milicias, cubanos y venezolanos. (La Policía y las Fuerzas Armadas) van a permitir (¡!!) que Bolivia se levante nuevamente y bloquee una administración de Arce”.

Hasta ahí, los extractos y resumen de la conversación develada por The Intercept, órgano digital creado por el disidente Edward Snowden, para desnudar los trapos sucios del gobierno estadounidense y sus agencias de inteligencia.

El alucinante intercambio, según el cual un ministro puede convencerse de que el gobierno norteamericano estaría dispuesto a reeditar -esta vez con su propio personal, disfrazado de “contratista”- una especie de Bahía de los cochinos, puede parecer inverosímil, en tiempos en que la tecnología permite falsificaciones integrales (deep fake) de audios,  videos y otras evidencias, pero, al mismo tiempo, calza con la mentalidad, dichos y acciones del grupo duro del que se rodeó la expresidenta interina.

Hace casi un año, el ministro cuya voz sería la del audio, tuvo que disculparse por anunciarle a un transeúnte que un militar “podría hacerlo desaparecer en 10 segundos, (si ofendía a un uniformado)”, tal como pasa en Colombia, México o Brasil.

De manera más amplia, queda fuera de duda que ese sector reprodujo con fervor las tácticas y procedimientos paranoicos, intimidatorios y corruptos del grupo de cortesanos, íntimos de Morales Ayma, quienes llegaron a afirmar sin empacho que la marcha del TIPNIS era la cabeza de un golpe de Estado.

El hecho que haya sido The Intercept que publicara el audio, testimonia el aprecio de sus fundadores hacia Morales ya que, en julio de 2013, cuando el gobierno de Obama perseguía sañudamente a Snowden, el entonces presidente boliviano dio a entender que estaba dispuesto a transportarlo en su propio avión, de Rusia a un nuevo refugio.

Eso le costó al jefe de Estado boliviano que durante largas y angustiosas horas, varios gobiernos europeos, a pedido , o por directa instrucción, norteamericana, quebrantando leyes y tratados internacionales, prohibieran a la aeronave que transportaba a Morales de Rusia a Bolivia, atravesar su espacio aéreo, aterrizar o reabastecerse.

No conocemos hasta ahora el testimonio del terror que atenazó a Morales, ante la perspectiva de estrellarse, debido a la conducta ilegal y aberrante de gobiernos “amigos”, incluyendo el socialista de Francia. Austria lo sacó del apuro, sometiéndolo a la humillación de revisar el avión presidencial.

La difusión del audio ha causado tan poco efecto público que el ministro de Justicia  se ha sentido obligado a declarar que ese tipo de piezas no se aceptan como prueba en Bolivia. Si la indiferencia no hubiese sido tan marcada, es posible que los parlamentarios masistas ya estuviesen redactando una ley para aceptar retroactivamente esas evidencias (el problema es que Morales Ayma tiene un audio propio, donde instruye hambrear a millones de bolivianos).

La tónica delirante que ha impuesto Morales Ayma para salvar su imagen, fabricando un golpe y escondiendo el que personalmente indujo que consumara el TCP en 2017, domina la escena, mientras no se paga a médicos, enfermeras, las víctimas infantiles de la pandemia superan los 5.000 casos y la recuperación económica está relegada como última preocupación de los políticos.

Queda en pie la interrogante de cuándo llegará el momento en que los jueces y fiscales, entregados a satisfacer las necesidades de campaña del jefe del MAS, rindan cuentas de sus actos que incluyen el bloquear la acción de alcaldes no oficialistas, con lo cual estos “agentes de la justicia” se convierten en promotores de la difusión de la enfermedad y la muerte.

*Róger Cortez es politólogo y médico

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