22 de febrero de 2022, 4:00 AM
22 de febrero de 2022, 4:00 AM


Activistas y plataformas defensoras de la democracia realizaron diversos actos de celebración de los seis años del 21F, cuando Bolivia dijo No a la reelección de Evo Morales en el referéndum de 2016, y el capítulo más grosero, salvaje y bárbaro se produjo en La Paz, cuando militantes del MAS agredieron cobardemente a la presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), Amparo Carvajal.

Las imágenes son elocuentes: conociendo que en aquel lugar se desarrollaría una concentración de las plataformas ciudadanas para recordar el 21F, grupos de choque del MAS llegaron allí para intentar impedir los actos, acosar y agredir a los ciudadanos que hacían uso de su derecho a pensar diferente y a expresar libremente sus ideas.

¿Quiénes integran esos grupos de choque? En varias ocasiones anteriores se ha demostrado que se trata de funcionarios públicos y militantes del MAS que reciben instrucciones precisas y un pago en efectivo para salir a agredir: se los ha visto ayer en Plaza Abaroa, y la anterior semana estaban en las puertas de la cárcel de Miraflores para no dejar que la expresidenta Jeanine Áñez saliera a un hospital a recibir atención médica como había ordenado un juez.

En el caso de la agresión a Amparo Carvajal, los grupos de choque masistas ni siquiera se inmutaron por la condición de una mujer que tiene 82 años, que tiene dificultad para caminar y tiene que hacerlo con ayuda de un bastón y la asistencia de una persona en quien apoyarse. Al grito de “¡Dónde estabas Amparo carajo!”, “Asesina”, “Golpista”, hombres cobardes y mujeres de igual condición lanzaron huevos y acosaron indolentemente a una mujer que apenas lograba caminar mientras dos colaboradores suyos intentaban protegerla. ¡Qué fácil es camuflarse entre la masa y sentirse muy “machos” contra una mujer de 82 años, diminuta físicamente, pero grande en valor! Frente a ese hostigamiento sin medida, la Policía exhibía sin ruborizarse su indiferencia y complicidad con los grupos violentos del MAS; no hicieron nada y dejaron que el acoso continuara como si no fuera su obligación detener a esos hombres y mujeres enardecidos a los que lo único que les faltó fue emprender a golpes contra la humanidad de la señora Carvajal.

¿Ese es el extremo de servilismo de la Policía Nacional de Bolivia que es incapaz de hacer nada cuando se trata de manifestantes del MAS? Si los efectivos de la entidad llamada a resguardar el orden y los derechos de las personas frente a acciones violentas han perdido su capacidad de reacción para defender a un ciudadano que no es del partido de Gobierno, entonces es que el país ha perdido a su Policía Nacional, que habrá pasado a convertirse tristemente en el brazo represor del MAS.

Con lo que no contaban los grupos violentos del MAS es que se encontrarían con una mujer auténticamente valiente, de reconocida vocación democrática y de defensa de los desprotegidos. Cuando muchos de esos agresores ni habían nacido, Amparo Carvajal estaba peleando contra las dictaduras de Hugo Banzer, Luis García Meza y otros en las décadas de 1970 y 1980.

“No tenemos miedo, y si lo tenemos lo aguantamos porque es nuestro derecho”, decía ella en medio del acoso bárbaro. Y así lo ha demostrado cada vez que hizo falta. Amparo Carvajal es el símbolo del derecho a disentir, de pelear por la democracia y los derechos humanos. El país tiene en ella a una boliviana que no se rinde. Mirarla es admirarla y observar que en medio de tanta oscuridad, con ella asoma la esperanza.

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