26 de agosto de 2023, 4:00 AM
26 de agosto de 2023, 4:00 AM


Al momento de escribir estas líneas, la atención se centra en Javier Milei que gano las primarias en Argentina, se define como una persona fuera del sistema político que lo viene a destruir, entre otras ideas que se escuchan bien pero tienen poca viabilidad; sin embargo, desde más de tres años llego un personaje carismático y joven a la política (ya tenía años dentro del sistema político salvadoreño), conquistando la presidencia del Salvador con mucha propaganda en la redes sociales y construyendo una imagen de demócrata mesiánico; aunque le ha funcionado la estrategia, cada día crece la preocupación porque quiere perpetuarse en el poder, se lanzara a un segundo mandato aunque la constitución del Salvador no lo permite (por milagro de Dios la corte suprema le aprobó la postulación); esta vez la propaganda no será de un demócrata, sino como la persona que en menos de cuatro años ha podido hacerle frente con eficiencia a los grupos irregulares como los pandilleros Maras.

Partiendo de lo antes mencionado, una buena parte de la ciudadanía del salvador le agradece y le apoyaran en su relección sin importarle que sea inconstitucional, reflejando que parte de la sociedad prefiere perder libertades individuales, sociales y políticas para sentirse segura en sus hogares (es compleja la situación); pero a pesar de la eficacia de la estrategia de Bukele para enfrentar a los grupos delictivo, no se debe de perder de vista que las grandes dictaduras comenzaron ofreciéndole seguridad a la población terminando siendo la mayor amenaza del ciudadano de a pie, que llegaron al poder con la democracia pero no se quieren ir en democracia.

Por ende, más que Milei es Bukele el modelo a imitar de muchos candidatos y candidatas para la presidencia de algunos países de América Latina, que ofrecen hacer lo mismo que el presidente del Salvador en sus respectivos países, que son azotados por narcotráfico, grupos paramilitares y la delincuencia común; el peligro es que el remedio puede ser peor que la enfermedad, sino observemos a Cuba, Nicaragua, Venezuela y al Salvador.

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