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Camiri: 86 años y las esperanzas renacen

12 de julio de 2021, 9:23 AM
12 de julio de 2021, 9:23 AM

Dos poderosos y hermosos gigantes han sido los guardianes y testigos de tantos hechos históricos que le dieron vida y presencia a la gente que desde mucho antes de su fundación (12 de julio de 1935) habitaba estos lugares únicos, rodeados de mucha agua, cerros, árboles, animales, bosques, laderas, oro negro y a la vez esos gigantes naturales sufrieron tanto golpes que recibieron los hombres y mujeres de esta tierra, que lleva un nombre guaraní: Camiri.

En las buenas y en las malas estuvieron siempre erguidos esos dos gigantes de la naturaleza: el cerro Sararenda y el río Parapeti, que abrazan, cobijan y le dan vida a la ciudad de Camiri y sus habitantes. Ambos guardan riquezas naturales que esperan ser explotadas y aprovechadas, cuyos seres vivos como esos algarrobos colosales y robustos, rocas volcánicas, retamas de verdes y ramas, y ese fluir permanente de las fuentes de agua interminable que va bañando a lo largo y ancho de su cauce, del cual disfrutan niños, jóvenes, mayores, animales y sembradíos.

Hay que mirar al pasado, pero para superarlo y evitar cometer errores. Lamentablemente Camiri tuvo que afrontar dos desastrosas gestiones municipales que ahondaron la situación de abandono, retraso y confrontación entre los camireños, además de haber tenido una Subgobernación que tendió su testera para no hacer nada. Y desde el gobierno central sufrió permanentes engaños, como la promesa permanente del Hospital de Tercer Nivel, que ni siquiera se puso un ladrillo.

En 1944 calificaban a Camiri como el baluarte de la economía nacional y promisoria ciudad del futuro, por su pujante entusiasmo traducido en su ritmo ascendente de progreso. Camiri, la hechicera población de la postguerra, estaba destinada a marcar constantemente jornadas de superación. Situada en las estribaciones finales de los Andes, ha sido favorecida por la naturaleza con los más varios dones, desde sus ricos yacimientos petrolíferos y de gas, hasta los productos agrícolas en que se prodiga la fertilidad tropical de sus tierras y rodeada por dos gigantes ancestrales, únicos en el país: el cerro Sararenda y el río Parapeti.

Camiri por su ubicación geográfica y por su pasado es una especia de crisol de la nacionalidad, es un pueblo sin definición identitaria, aunque geográficamente pertenezca al departamento de Santa Cruz, pero en la realidad es un pueblo de cambas, collas, chapacos, extranjeros, brasileños, que se asentaron e hicieron vida y comunidad. Es así que todas las fechas cívicas se recuerdan con la solemnidad y la alegría que correspondan, como también las tradiciones cristianas de Camiri tienen todo el colorido y el folklore de Bolivia: la fiesta de Cotoca, la fiesta del apóstol Santiago, celebraciones de la virgen de Urkupiña, donde se entremezclan los más variados ritmos de la morenada, caporal, chacarera, cuecas, chovenas, etc.

En la actual coyuntura que vivimos, centenares de jóvenes forman una nueva generación netamente camireños, que buscan un porvenir mejor y muchas veces se desalientan ante el estado de abandono y confrontación que generan sus autoridades y mantienen al pueblo en zozobra y en quietud, situación que no permite abrigar muchas esperanzas en el futuro y ese fracaso y miedo lo crearon a propósito los dirigentes y los políticos que han pasado por los cargos públicos, llegando a frustrar los sueños de miles de hombres y mujeres, que llevan sangre de valientes y de convivencia social.

Las nuevas autoridades municipales, diputados nacionales, asambleístas, de la Gobernación no tienen derecho a equivocarse, ni perder tiempo en pequeñeces, ni ocuparse más en peleas y chismes.

 Es el turno de dar respuestas a la gente, a su bienestar y al desarrollo de la Capital Petrolera de Bolivia, ya que la agenda de trabajo es variada, intensa y con muchas tareas pendientes: impulsar la producción en todos los ámbitos; el turismo con esos dos gigantes dormidos y las potencialidades que ofrece la Madre Tierra; la gastronomía sabrosa; el arte, la artesanía, la cultura; la música alegre que emerge desde las entrañas de la tierra; los museos con los hechos históricos que marcaron al país, como la guerra del Chaco, los primeros pozos petroleros, la guerrilla del Che Guevara; la cultura y el pueblo guaraní; las cabañas rústicas y la actividad ganadera; la explotación hidrocarburífera y ante todo y sobre todo, el ser camireño, como proceso de construcción y de identidad.

Lo que nos interesa a quienes hemos nacido en esta tierra, es que todos juntos -guaraníes, collas, cambas, chapacos, karay- empecemos a construir nuestra ciudad, con una nueva actitud y nueva concepción del desarrollo integral y de los hechos políticos, sociales, económicos, culturales y geográficos, que se orienten a refundar a la capital petrolera de Bolivia, con otras miradas basadas en las esperanzas que renacen en estos 86 años de fundación y de tanta historia viva.

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