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28 de enero de 2019, 4:00 AM
28 de enero de 2019, 4:00 AM

El 27-E no resultó la “fiesta democrática” que esperaba y que anunció el Gobierno para enterrar el 21-F. Hasta la tarde de ayer una gran parte del país le daba la espalda a las primeras primarias de la historia. Fue un domingo prácticamente normal y familiar, con colegios electorales semivacíos en la capital cruceña y en otras urbes, como lo evidencian muchas fotografías publicadas en las redes sociales por los internautas. Otro indicio importante de la indiferencia y/o escepticismo ciudadano son algunas cifras: en tres mesas electorales solo un 5 por ciento de los militantes inscritos había acudido a votar. O sea, un 95 por ciento negaba su participación, tendencia que adelantaba ya temprano una mala noticia para el MAS. Difícil convencernos con el relato inverosímil de que las primarias del 27-E reforzaron la democracia y que destruyeron, con un irrelevante acto electoral, el hito histórico del referéndum del 21-F. Los partidos siguen tan caudillistas como lo eran antes de esta votación. Que no nos mamen.

Ante el inminente fracaso, muy temprano el Gobierno responsabilizó al TSE de meter a la Asamblea Legislativa la idea de las primarias. Algún vocal electoral quiso deslindar su culpa de este costoso embrollo con el argumento de que el oficialismo forzó el adelantamiento de las internas partidarias. Qué triste es ver cómo se eluden las responsabilidades políticas cuando las papas queman.

Eduardo Villegas fue elegido hace dos semanas como DT de la selección, pero hasta ahora no firmó contrato. Incluso ya viajó al sorteo de la Copa América, pero la dirigencia de la FBF no le despeja aún la incertidumbre. Es una mala señal y, como lo dijimos el día de su nombramiento, no basta un buen entrenador si no hay una buena dirigencia.

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