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Cara a Cara

3 de abril de 2022, 4:00 AM
3 de abril de 2022, 4:00 AM

Corporación, según la RAE, es la “organización compuesta por personas que, como miembros de ella, la gobiernan”. El término es utilizado, aunque sin precisión mayor, por el vocero presidencial, Jorge Richter, para (des)calificar a medios de comunicación del país que, simplemente, no se han convertido, como él, en ‘voceros’ presidenciales y/o gubernamentales. Bajo el ala de Luis Arce desde noviembre de 2020, Richter dijo entonces haber asumido un compromiso de trabajo en la construcción de la democracia. Antes se desempeñaba como analista político, ¿en algún medio de la ‘corporación’?, y un periódico cochabambino refiere que fue vocero de Manfred Reyes Villa en Nueva Fuerza Republicana.

 El ahora portavoz presidencial sigue la retorcida línea del embuste oficialista. Por eso atribuye a una imaginaria “corporación” de medios independientes, compromisos políticos, afanes desestabilizadores y otras hierbas contra el Gobierno. Gastada cantaleta. En todo caso, Richter debería ruborizarse, al menos, por el uso desvergonzado que el masismo empoderado, por más de tres lustros, viene haciendo de medios estatales y periodistas convertidos también en voceros sin voz propia, en competidores suyos, imponiéndoles como únicas su opinión y agenda informativa. A unos y otros, los bolivianos sostienen con sus impuestos, no obstante que, con obsecuencia y servilismo, atentan contra el derecho público a saber. Y contra la manoseada democracia en cuya “construcción” el vocero Richter afirma que trabaja.

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