CARA A CARA

En tres partidos por copas internacionales los equipos bolivianos Oriente Petrolero (10), The Strongest (4) y el último campeón Independiente de Sucre (7) recibieron 21 goles. Parece ficción, pero no. Esta catástrofe deportiva no puede pasar desapercibida, alguien debe pagar la factura. El hincha es la víctima de este desastre y quien lo lleva al despeñadero al fútbol nacional debe responder por esta calamidad. La dirigencia, por ejemplo, acude a lo más fácil y apunta al director técnico quitándose toda la responsabilidad, sin embargo, son quienes eligen, definen y deciden sobre la conformación de los equipos, los destinos estratégicos de los clubes y la toma de decisiones deportivas del club, entre otras cosas. Llegó la hora de exigir responsabilidades mirando bien alto. La Federación Boliviana de Fútbol sigue cómoda y enroscada en medio de la tormenta. ¿Podrían retirarse por favor y dar paso a nuevos actores al menos para darles una oportunidad?, porque ha sido suficiente la ineptitud demostrada hasta ahora, peor imposible.

El bocadura es un término acuñado por la lengua popular. Aquel que le cuesta expresarse y se resguarda en el silencio. Una persona introvertida con dificultades para hablar, decir, contar. Es un problema individual que bien se refleja en otros escenarios. La falta de diálogo entre quienes piensan diferente, actúan y viven diferente, es un denominador común que arrastra problemas colectivos y genera pérdidas económicas, fisuras sociales y en definitiva atraso y aislamiento. Sin diálogo no hay avance y cuando las partes se endurecen, más práctica comunicacional debe haber, para eso sirven los mecanismos democráticos, que pareciera encontrar resistencia en un todavía sistema adolescente de funcionamiento. Las autoridades de todos los niveles deberán practicar y mucho la salud del diálogo permanente. Ejercitar el diálogo a diario evitaría tal vez posibles complicaciones a futuro. Y siempre buenas son las razones para ganarle a la impostura.