Opinión

EL DEBER

Cara a cara

18 de junio de 2022, 5:00 AM
18 de junio de 2022, 5:00 AM

De cuadros, tortazos, navajazos y la vida a cuadritos. Sería un resumen abstracto de lo que ocurrió en dos semanas en sendas demostraciones de brutalidad e ignorancia. Primero le tocó a la artista plástica y gestora cultural Ejti Stih que fue víctima de la torpeza de funcionarios de Migración que tajearon vilmente sus obras para comprobar si había cocaína dentro. Semejante atrevimiento e improperio no se había visto jamás y menos en el siglo XXI porque el tortazo a La Gioconda se trataba de otra cosa, era para visibilizar un reclamo postergado y a sabiendas de que la obra no corría peligro. Otra muestra de ignorancia ocurrió con una obra que actualmente se expone en El Museo de la Ciudad, Altillo Beni, donde un grupo anónimo irrumpió en la sala para destruir una obra que “ofendía” el sentimiento patrio de los agresores. Muestra de intolerancia supina además de un desconocimiento olímpico sobre la libertad de las expresiones artísticas que lastiman el devenir de una sociedad en crecimiento y caótica expansión. La educación debiera incorporar con urgencia nuevas materias en sus programas para no seguir en el pozo más profundo de la ignominia.

El Ministerio de Medio Ambiente y Aguas resolvió prohibir las fogatas, quemas y uso de pirotecnia en todo el país, pero durante la festividad de San Juan (22, 23 y 24) y el propósito es “preservar el medioambiente y la salud pública”. Otro de los motivos, según la norma, es por las “consecuencias degradantes para la calidad atmosférica” que provoca ese tipo de actividades, según la Resolución Ministerial 239. Y agrega: el “control y la fiscalización” están a cargo de las alcaldías y las gobernaciones. La pregunta es: ¿por qué se preocupan del medioambiente y la degradación de la tierra y el aire solo 3 días del año?, suena extraño. Si mis vecinos y los vecinos de los otros vecinos queman a diestra y siniestra la basura todos los días envenenando el aire, ¿no le preocupa señor ministro? Peor son las ‘prácticas’ en los campos, los bosques y las zonas donde cada año y en forma sistemática los incendios forestales se fagocitan vidas animales, especies vegetales y reservas a cuidar se transforman en desastres ecológicos, donde, además, nunca nadie se responsabiliza. Así como una golondrina no hace verano, tres días de prohibición de fogatas tampoco construyen una conciencia medioambiental.

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