Opinión

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Cara a Cara

27 de junio de 2022, 4:00 AM
27 de junio de 2022, 4:00 AM

Crónica de un censo mal nacido y mal hecho. Así se puede llamar lo que se escriba acerca del conteo de población y vivienda en Bolivia. Un proceso tan esperado por los bolivianos, tan necesario en este momento y tan maltratado por el Estado. A cinco meses de su realización, el avance de la cartografía es mínimo. Y ¿por qué importa tanto este paso? Porque de su realización eficiente depende cómo será la distribución de boletas censales y personal. Si la cartografía está mal puede haber lugares a donde el censo no llegue. ¿Importa? Por supuesto. No hay que olvidar que en los últimos años se ha trasladado gente a colonizar las tierras del oriente, hay pueblos indígenas avasallados. Sin una buena cartografía, ¿quién puede dar fe de que serán más los colonos que los indígenas o que, mediante cuentas erradas, se consoliden poblaciones afines al MAS en desmedro de otras que no militan en ese partido?

 Insistir en que el Censo de Población y Vivienda se realice a toda costa no es una buena medida. No se trata de si el Gobierno o la oposición son más capaces o más eficientes; no se trata de quién gana la partida. Se trata de que los bolivianos sepamos cuántos somos, dónde estamos y con qué contamos. El mayor interés, sobre todo de las autoridades de regiones receptoras de migrantes, debería ser que el conteo se haga de manera eficiente y ajustada a la realidad. Si todo cae en el saco de la competencia política, solo se complica la realidad de los bolivianos que quieren vivir en paz, en armonía y con esperanza de que las condiciones en el país serán mejores que las actuales.

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