12 de febrero de 2024, 4:00 AM
12 de febrero de 2024, 4:00 AM

En nuestro anterior comentario, habíamos destacado la buena intención de la ACCC de tener un corso ordenado y fluido, donde la bella Aitana I pudiera partir a las 21:00 y lucirse en el horario estelar. ¡Qué ilusos, la reina partió cerca de la medianoche! De nada sirve que el Cambódromo tenga inmejorables condiciones para desfiles alegóricos si siempre aparecen los grupos rezagados y las chambonadas con carros gigantes para perjudicar el flujo programado. Menos mal que el estoicismo y la inagotable alegría de reinas y demás protagonistas hacen que el espectáculo brille, que valga la pena esperarlo hasta altas horas de la madrugada.

¡Qué derroche de belleza y talento! Aitana y los Ociosos deslumbraron con una alegoría imponente y repleta de detalles bien armonizados. El único problema es que uno quisiera ver a la reina más de cerca, para apreciar la magnificencia de su traje, de su altar, y contagiarse aún más de su alegría. Otras notas altas del corso las brindaron las comparsas que pugnan por ser coronadores el próximo año, las creativas comparsas de mujeres y las decenas de ballets folclóricos y comparseros danzantes que le pusieron alma, vida y corazón a sus vestimentas y coreografías.

¡Y que viva el Carnaval!, pero este de la alegría. Porque pasadas las fiestas, volveremos a ese otro carnaval de nuestra vida diaria, ese que está plagado de conflictos. No existe ámbito local ni nacional que no esté tenso en estos momentos. Ahora apenas lo estamos disimulando, porque la fiesta grande tiene el don de resetearnos por unos días. Lindo fuera que la Cuaresma tuviera un efecto similar en nuestras relaciones cívicas y políticas. Necesitamos una dosis de optimismo y de buena fe.    

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