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30 de marzo de 2024, 4:00 AM
30 de marzo de 2024, 4:00 AM

Un sentido de espiritualidad inunda la Semana Santa. Más allá del credo que se profese, e incluso si no se pertenece a comunidad alguna, estas fechas invitan a una reflexiva pausa. La ley seca matiza con una incómoda imposición la solemnidad del feriado. Coinciden las fechas con el primer cuarto del año, tres meses de un intenso forcejeo político y un asfixiante panorama económico. Un buen momento para reflexionar desde lo espiritual y analizar el marco coyuntural de este arranque de año.

Al igual que en tiempos de Jesús, la negación funge como un escudo social. Se niega a Evo y se niega a Camacho, dos líderes caídos en desgracia. Pero, ante todo, y sin sentido de pena o culpa, se niega la Constitución y los principios representados en ella. Del mismo modo, sobran, hoy día, los Pilato que se lavan las manos “de todo pecado y pasado” con el único afán de ocupar espacios privilegiados en las listas de candidatos 2025. Esa parece ser la salvación para muchos asambleístas.

Con la Pascua de Resurrección llega la esperanza para el pueblo creyente. El Culto del Alba reunirá a miles de evangélicos en una vigilia marcada por el carácter festivo. El mismo tenor tienen las celebraciones católicas en cientos de parroquias. Sin embargo, las arenas políticas distan mucho de despertar ese sentimiento de esperanza en la población. Con sus peleas, discusiones y debates infructuosos más parecen los maestros de la ley dispuestos a liberar a Barrabás y dar la esperanza a la gente. Lejos quedan del pueblo las soluciones estructurales en justicia, salud, educación, infraestructura y bienestar.

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