Opinión

Cara a Cara

21 de abril de 2024, 4:00 AM
21 de abril de 2024, 4:00 AM

Desde hace tiempo largo, en el continente americano, México y Ecuador están envueltos en una espantosa espiral de violencia. Va ligada al crimen organizado que, últimamente, tiene puesta la mira en dirigentes políticos. En el país azteca, un candidato a alcalde que caminaba las calles saludando a sus simpatizantes, fue acuchillado mortalmente por un desconocido. En Ecuador, en tres días, se produjo el segundo crimen de un alcalde. Antes, el caso más sonado fue el asesinato del presidenciable Fernando Villavicencio, acribillado por sicarios.

 En Ecuador debe realizarse hoy un referendo impulsado por el presidente Daniel Noboa sobre reformas para enfrentar al crimen organizado en un país que dejó de ser un remanso de paz para convertirse en reducto de bandas del narcotráfico que imponen un régimen de terror. En México, desde diciembre de 2006, cuando el gobierno federal lanzó una polémica ofensiva militar antidrogas, se contabilizan más de 420 mil asesinatos. En su mayoría, víctimas de hechos criminales, según registros oficiales.

 Entre otras debilidades, unas fronteras permeables, controles deficientes, la corrupción y el apogeo en la elaboración y el tráfico de cocaína con ‘sello de exportación’, estimulan la presencia del crimen organizado en Bolivia. Expertos en la materia sostienen que la organización criminal se desplaza hacia donde está el ‘negocio.’ Que no vaya a resultar tardía la reacción del Estado y sus autoridades frente al avance del terrible mal y los bolivianos sufran las consecuencias peores.