7 de mayo de 2024, 7:21 AM
7 de mayo de 2024, 7:21 AM


Dicen que los periodistas somos insufribles porque estamos pensando en las noticias durante los siete días de la semana. La verdad es que nuestro cerebro se configura de esa manera con consignas imprescindibles: buscar cambiar el mundo cada día, aunque sea un poquito; es decir, buscar que algunas realidades se transformen para que una o varias personas tengan acceso a la salud, a la educación, a la justicia y a una serie de posibilidades que están negadas cada día para las grandes mayorías. Entre esos objetivos también está poner luz donde hay oscuridad; o sea, descubrir hechos de corrupción que los poderosos de turno quieren mantener bajo las sombras y pretenden normalizar lo que no está bien.

El periodista no siempre es comprendido y casi siempre es mal pagado. No recibe la retribución económica acorde a su esfuerzo: estar en todas partes casi todo el tiempo. Tampoco se reconoce el compromiso de estar pensando en los hechos noticiosos 24/7. En medio de quienes soñamos con la utopía de un mundo mejor y estamos dispuestos a todo para conseguirlo, no faltan los que se cuelan y utilizan las herramientas del periodismo para servir a los poderosos de turno o para lucrar a costa de este noble oficio. Lamentablemente, son esos los que desprestigian esta profesión. Para los otros, los honestos y comprometidos va mi aliento.

Sin periodismo independiente y jugado por la verdad no existiría la fundamental libre expresión. Por eso cuando abra su teléfono para ver noticias, hojee un diario o vea algún noticiero a través de otras plataformas, piense que detrás de cada reporte informativo hay una persona que pone todas sus fichas en hacer bien su trabajo y cambiar algo cada día.