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Cara a Cara

13 de mayo de 2024, 4:00 AM
13 de mayo de 2024, 4:00 AM

Que la política no contamine a la economía. Ahora lo hace y de muchas maneras. En primer lugar, el Gobierno asegura que hay un bloqueo político en el Poder Legislativo, que no aprueba leyes para que el Estado contraiga deudas con organismos internacionales y países. Pero hay otras maneras de teñir la realidad, como negar los problemas económicos e insistir en que todo está bien. El cálculo oficial de la inflación deja resultados bajos, pero la realidad marca otra cosa: los víveres están más caros en el mercado; las familias sienten caer su poder adquisitivo y ya no pueden comprar lo mismo que el año pasado. El Ejecutivo habla de un bajísimo desempleo, pero los hechos dejan ver que el subempleo y el empleo en precarias condiciones son cotidianos en la sociedad.

Para separar la política de la economía hacen falta algunos pasos. En primer lugar, hay que dejar el cálculo electoral a un lado y atender en serio la realidad de los bolivianos, ya que muchas medidas necesarias no son populares, pero hay que tomarlas. En segundo lugar, es preciso dejar de entender la oposición como bloqueo al Gobierno y afán de que le vaya mal. En realidad, Bolivia está atrapada en la pelea del MAS y en la distracción que esta genera frente a la urgencia de formular políticas de fondo para no seguir en este túnel de incertidumbre económica.

El economista Jorge Akamine dice que la salida no está a corto plazo, que tomará al menos seis meses, si se toma decisiones adecuadas. Lo correcto entonces es ponerse a trabajar, para que la factura que pagan los bolivianos no sea tan alta.

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