16 de agosto de 2024, 11:36 AM
16 de agosto de 2024, 11:36 AM

El aporte de este artículo pretende ser la transversalización de las variables ciudad, desempleo y jóvenes profesionales, para la identificación de un maderamen que está deviniendo aceleradamente en una explosiva trilogía social y política de imprevisibles consecuencias.

Ciudades

Algunos analistas consideran que la población urbana de Bolivia en la actualidad alcanza al 80 por ciento del total poblacional. La población rural se estaría estrujando a un restante 20 por ciento.

Esto nos permite afirmar que Bolivia no puede dejar de verse, sino, a partir de sus urbes. Ese crecimiento urbano está etariamente bien definido en la población juvenil, la que expresa un nítido crecimiento frente a la población infantil, la adulta y la adulta mayor. 

Para el año 2030 el Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que un tercio de los bolivianos estará en el rango de 16 a 28 años. Esto da lugar a algo que ya ahora se ven evidentes; universidades, calles, plazas, cines, ferias, comerciantes, estadios, conciertos, etc., colmados de población joven. Una juventud con gravitación político electoral, por cierto.

Desempleo

Los datos generales de desempleo en Bolivia son engañosos, en este país simplemente no se puede vivir sin trabajar por lo que las enormes tasas de desempleo aparecen disfrazadas de formas de precarización del mismo en el creciente 80 por ciento de informalidad. 

Trabajos por unas pocas horas, a destajo, muy temporales, inseguros al día siguiente, por porcentaje, sin observancia de horarios y días de descanso, pagados por debajo de las normativas, sin vacaciones, sin categoría, sin antigüedad, sin aguinaldo, sin seguridad social, autogenerados en el comercio, el cuidado de vehículos, etc., etc.

Los ya cuestionados porcentajes de desempleo se triplican en la población juvenil alcanzando a más del 11 por ciento (Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo citado por Ronald Nostas en Los Tiempos 20 de diciembre de 2023).

Por su parte la Fundación Jubileo señala que ya antes de la pandemia, más del 70 por ciento del empleo al que accedían los jóvenes era catalogado como de extrema precariedad.

Entonces, el desempleo está afectando con mucha mayor fuerza a la población joven, la que en su mayoría vive en las ciudades.

Jóvenes profesionales

La tercera variable refiere al segmento juvenil (predominantemente urbano) que alcanza una titulación profesional.

Se recogieron datos de las universidades agrupadas en el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), las privadas, las indígenas y los institutos técnicos, tecnológicos y artísticos. No se consideró para este artículo a las universidades pedagógicas (antes llamadas normales).

Las universidades reunidas en el CEUB (en el que están todas las universidades estatales autónomas más la Escuela Militar de Ingeniería, la Universidad Policial y la Católica de Bolivia); el año 2022 habían titulado 40 454 nuevos profesionales. Solo la Universidad Pública El Alto tituló ese mismo año a 4151 jóvenes.

En cuanto a las universidades privadas, el INE ofrece datos solo entre los años 2007 y 2016 (el Ministerio de Educación no publica información actualizada al respecto). Tomando promedios y proyecciones, de los datos disponibles, cada año se titulan aproximadamente 7050 nuevos profesionales. Considérese que, por ejemplo, los años 2010, 2013 y 2016 la cifra descendió respecto del año inmediatamente anterior, las causas no han sido estudiadas.

Otras son las denominadas universidades indígenas (UNIBOL); una quechua, una guaraní y otra aymara. Los escasos datos que emergen del Ministerio de Educación, señalan que entre 2014 y 2023 se habrían titulado más de 3000 jóvenes, en conjunto las UNIBOL promocionan aproximadamente 350 nuevos profesionales por año (con crecimiento y decrecimiento de año a año).

Sobre el número de profesionales que se titulan anualmente, estimaciones preliminares del personal técnico del Ministerio señalan que lo hacen por año alrededor de 3000 profesionales.

En síntesis; una sumatoria de los cuatro grupos de formación profesional devela que en Bolivia cada año se lanza al mercado laboral más de 51 mil nuevos jóvenes profesionales. Según el Presidente de la Confederación de Profesionales de Bolivia, Miguel Sorich, en la actualidad el país cuenta con un millón de profesionales.

Conclusiones

Recogiendo estudios de la Fundación Jubileo, el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario y otras entidades preocupadas en la temática, no más de dos de cada 10 nuevos profesionales consiguen un empleo en su profesión. Cuantitativamente son cerca de 40 mil nuevos profesionales que cada año engrosan la masa de aspirantes al ejercicio de sus profesiones (léase desempleados).

Estamos, entonces, ante ciudades colmadas de jóvenes profesionales desempleados; esa es la trilogía que se está convirtiendo en una bomba de tiempo urbana a la que este artículo se ha referido.

Son innumerables los factores que han dado lugar a este preocupante escenario. Las características del modelo económico actual que no promueve la inversión extranjera, y en general privada, y consiguiente desarrollo empresarial generador de empleo para profesionales.

El desarrollo de toda una subcultura “peguista” y anti meritocrática en el ejercicio de la función pública es también un factor. En el pasado, los cambios substanciales de personal se hacían cuando un partido político o una alianza concluía su gestión de cuatro o cinco años. Ahora el reemplazo abrupto se da al cambio de un ministro o viceministro. 

El nepotismo y el entorno personal están en primera línea, luego están los allegados y luego los conmilitantes, siempre que estos sean verificable y personalmente afines a la autoridad de turno.

Otra consecuencia de esta realidad es un creciente descreimiento en la formación universitaria como mecanismo de ascenso social. Cuando se pregunta a los jóvenes que están dejando de estudiar por qué ya no tienen expectativas en la universidad, responden que no tiene ningún sentido seguir estudiando si de todas maneras las fuentes laborales se irán con los familiares, amigos y afines de las autoridades de turno.

Este no es solo un tema de estadística, es mucho más profundo porque la devaluación de la meritocracia para el acceso a un empleo, está poniendo en cuestionamiento el sentido de la producción del conocimiento a partir del estudio de una carrera universitaria, esto es dramático para nuestro país.

No puede dejar de mencionarse que muchas de las carreras de las universidades estatales no se adaptan a las exigencias del conocimiento del presente y el futuro y menos del mercado, algunas de ellas se mantienen en un cuasi statu quo solo con el objetivo de proteger la fuente laboral de su personal docente.

A esto se suma una injusta política estatal de jubilación que desincentiva el paso de decenas de miles de profesionales a una jubilación armoniosa que bien podría dar espacio a generaciones de jóvenes profesionales. 

Por supuesto que este ambiente se da en medio de un sentimiento de frustración y descontento en esos jóvenes que se titulan llenos de aspiraciones y máximos deseos de volcar sus conocimientos al servicio del país y a la hora de la verdad se encuentran solo con mal trato, pedantería entre los servidores públicos con quienes se ven obligados a entrevistarse, escandalosos modus operandi de corrupción para el acceso a cargos, etc., etc.

Para concluir; que no nos extrañe ver pronto poderosas y no necesariamente pacíficas movilizaciones de jóvenes profesionales en demanda de políticas de Estado que den apertura a un mejoramiento del mercado laboral. Ojalá no ocurra como cuando en la Revolución Industrial el trabajador destruía las máquinas creyendo que eran las causantes de la pérdida de su empleo.

(*) Carlos Blanco Cazas es sociólogo y magister en Planificación Regional de la Universidad de Karlsruhe – Alemania.

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