El Deber logo
9 de diciembre de 2024, 4:00 AM
9 de diciembre de 2024, 4:00 AM

Édgar Lora / Escritor y profesor

El libro “El último cuento de Borges” de Gonzalo de Córdoba es un cofre maravilloso, casi mágico, en el que uno puede encontrar verdaderas joyas literarias pulidas con esmero por su hábil manejo del idioma y su estilo impecable de síntesis poética.

El autor, con rigurosa tradición de buen lector, viene de una escuela teatral cultivada como dramaturgo, director, actor y docente, lo que le da a su narrativa un claro y visible colorido de imágenes estéticas bien logradas, con palabras exquisitamente seleccionadas para abordar los más variados temas de la vida humana.

Su experiencia en la elaboración de libretos, cuyos parlamentos deben llegar al lector o al espectador de manera rápida y contundente, le permite trabajar con naturalidad, originalidad y precisión a la hora de abordar relatos cortos, cuentos que son verdaderas cápsulas en las que, además del contenido audaz, está la palabra sonora, clara, visual.

En su narrativa, ingresa a otro proceso de creación aprovechando, con inteligencia, que conoce y practica la economía de palabras en los textos teatrales. Sus cuentos van más allá del relato argumental directo porque sugieren y provocan diferentes  interpretaciones. Sabe decir muchas cosas en poco espacio y con el mínimo sustancial de términos, dejando el sabor y la sensación de emociones que sacuden y estremecen al lector.

La selección de los temas que preocupan e interesan al escritor, no son tan espontáneos ni fáciles. Es un autor riguroso y muy exigente con sus tramas y situaciones y no deja al azar o a la pura inspiración su trabajo literario. En esta obra disfrutamos de esa disciplina y ese gusto exquisito que tiene para escoger, para seleccionar su material. Gonzalo se enfrenta, con erudición y certeza, a la revisión de la historia universal, de las conquistas y conquistadores, de guerras ganadas y perdidas, de batallas con perdedores y triunfadores. Replantea y analiza mitos, héroes epónimos y anónimos, religiones y creencias, hechos cívicos y factos patrióticos, catástrofes sociales y desastres naturales con la pasión de quién ama la vida y se siente actor y protagonista de la historia universal, nacional y cruceña. Cada acto, cada episodio, se convierte en una joya-cápsula explosiva, provocativa, desafiante, polémica.

Gonzalo tiene una visión crítica de la vida, de la sociedad. Su aporte esencial es mirar con ojos profundamente reflexivos lo que ha ocurrido y nos ocurre cotidianamente en este nuestro paso por la vida. Lo que a nosotros se nos ha escapado en el estudio de la historia o esa historia formal que nos han contado los vencedores es analizada con bisturí en mano por Gonzalo desde otro punto de vista, desde otro ángulo, una perspectiva integral, mostrándonos nuevos mundos, nuevos horizontes y la posibilidad de redescubrir la otra cara de la moneda.

Es un autor elegante, fino, que alcanza a mostrarnos la historia universal, la vida cotidiana, como en una galería de espejos o en senderos de laberintos inexplorados al estilo borgiano, siempre genial y absorbente. Hace desfilar los acontecimientos por nuestra mente como en un filme fantástico para reflejarnos, a veces con dolor y sarcasmo, la atrocidades de los acontecimientos y otras con humor urticante, el lado escondido de la vida, de la huella humana en su breve permanencia terrenal.

Como ocurrió con su primer libro de cuentos “Las cenizas de Alejandría”, muchos de los relatos de esta obra quedarán como clásicos del cuento breve. “El último cuento de Borges” que da nombre al libro es de una calidad extraordinaria. Merecen especial atención: Amos y esclavos, Calígula,  Alma indígena, Kuruyuki, El hijo de Hitler, Mahatma Gandhi y otros tantos que, repito, como en un joyero, brillan en el libro.

Es una obra que nos hará profundizar en nuestra visión del mundo, revisar y cuestionar la realidad oficial y políticamente correcta, para rasgarnos la piel, para removernos el cerebro y, sobre todo, para elevar nuestro estado de conciencia hacia  la búsqueda de un mundo mejor, puesto que esa es la temática permanente del autor en su producción teatral, en su obra narrativa y en su accionar diario.