Opinión

De mal en peor

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14 de julio de 2019, 4:00 AM
14 de julio de 2019, 4:00 AM

Pobre país el nuestro, incapaz de librarse tanto de los falsos matemáticos y demócratas, como de los pretenciosos aspirantes a ganar la guerra contra los primeros. Y no, esta vez ninguno de ellos puede decir que la culpa la tienen sus contrarios, y menos aún de que el pueblo tiene lo que se merece. O sea, esos falsos y pobres políticos que juegan al poder, los primeros llevando al extremo el abusivo ejercicio de este, y los otros sumando errores uno tras otro, nos están dando muestras a diario de lo poco o nada que les importa el tan mentado pueblo que juran defender, o la defensa de una democracia vapuleada sin asco.

Disculpen las personas en ejercicio de la política partidaria que marcan la excepción. Pero ya no da para aguantar más el artero juego político de una mayoría que cree que la gente no percibe lo que esconden tras los falsos discursos en defensa de la democracia y de la voluntad popular, y tras las arengas en contra de todo y de todos los que representan una verdadera amenaza a la vigencia de las libertades democráticas en Bolivia. Vomito cada una de estas palabras ya no apenas por el empacho que me provocan los cínicos discursos de la cúpula que nos gobierna, sino también por el malestar padecido al tratar de digerir el menú alternativo que ofrecen los que se presentan como opositores.

La intempestiva renuncia de Edwin Rodríguez a la candidatura vicepresidencial pactada con Óscar Ortiz para el frente Bolivia Dice No es solo una yapita más a la lista de ejemplos que podemos enumerar hasta hoy. Sin duda alguna un golpe letal a un frente identificado como opositor al prorroguismo de Evo Morales y Álvaro García, pero no solo eso. Es otro golpe más a la enclenque fuerza opositora en general, que lejos de beneficiar al golpeado binomio Carlos Mesa-Gustavo Pedraza, fragmenta y polariza más a los frentes opositores, y favorece únicamente al MAS. El partido de gobierno suma cohesión ya no apenas entre sus bases y viejos aliados, sino también entre las élites empresariales antes antagónicas, y hoy sin duda alguna funcionales al interés prorroguista de Morales y García.

Y esta vez, estimados señores opositores, la culpa no es de Evo. En realidad, hace rato ya que dejó ser culpa del masismo. No retrocederé a 2006 para argumentar lo dicho. Basta remontarse a febrero de 2016 para comprobar los errores garrafales que ha ido sumando la oposición a Morales, los que llegaron al extremo el año pasado al aceptar (aunque sea a regañadientes) ir a elecciones generales bajo un marco pervertido por la nueva Ley de Organizaciones Políticas, por la imposición del cuestionado fallo constitucional que dio vía libre a la cuarta repostulación de Morales y por el accionar del árbitro electoral, cada vez más funcional a los intereses del MAS. Mesa fue el primero en avalar el retorcido proceso electoral, y se le fueron sumando Ortiz, Cárdenas y cinco más.

Seguramente refutarán lo dicho aquí. Lo más probable es que lo hagan repitiendo un par de argumentos harto conocidos, como el de que es fácil criticar desde afuera, de que otra cosa es con guitarra o el de que hacen lo que pueden en una realidad política controlada por la cúpula de Gobierno, con violencia y el apoyo de las fuerzas represivas del Estado, que a estas alturas no se limitan al Ejército y a la Policía, sino que también suman al Poder Judicial, al Ministerio Público, a la Contraloría y otros órganos públicos. Es cierto, todo eso es real. Pero precisamente por esto, por la conciencia de esa realidad, es que la oposición ya no puede culpar de sus errores a Morales o al MAS. Lo hecho por Rodríguez el viernes pasado es apenas resultado de la visión chata y mezquina de todos y cada uno de los que se dicen actores políticos de oposición. Veremos qué dicen después del 20 de octubre.

 

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