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Devuelvan la Educación a las Autonomías Departamentales

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5 de agosto de 2020, 10:50 AM
5 de agosto de 2020, 10:50 AM

Corría el año 2010 y el Gobierno de Evo Morales decidió impulsar la Ley Educativa “Avelino Siñani-Elizardo Pérez”. El entonces Ministro de Educación, Roberto Aguilar, apuntaló esta norma para, entre otras cosas, quitarle la competencia de la educación y la tuición de los Servicios Departamentales de Educación a las 9 Gobernaciones del país. 

 Esto sin duda alguna se constituyó en un retroceso en la descentralización de la educación que se había conquistado en 1994, en el marco de las Reformas Estructurales implementadas por el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, y surgió más como parte de un proceso de descentralización política, económica y fiscal, que como una estrategia dirigida a mejorar la prestación del servicio de educación.

No es necesario mencionar que la emergencia suscitada a raíz del Covid 19 en el mundo entero ha hecho replantearse muchas aristas de nuestras vidas, entre ellas, la educación. En Bolivia el tema no fue distinto; el pasado dos de agosto el Ministro de la Presidencia anunció la clausura del año escolar, decisión tomada a raíz del conflicto planteado por el magisterio y que ponía en riesgo la vida de los escolares al exigir la vuelta a las clases presenciales por parte del gremio educativo.

Nuevamente el centralismo se jodía con su propio invento: centralizar nunca fue bueno, nunca funcionó y esta vez la pandemia pone de manifiesto esa máxima aplicada al ámbito educativo. 

El Catalán Joan Prats I Catalá decía acertadamente que “La modernización del Estado se plantea en términos de gobernabilidad, entendida no como estabilidad política sino como la capacidad para encarar los desafíos y las oportunidades” y creo que estamos en ese punto de inflexión; es menester aprovechar la oportunidad que esta situación nos ofrece, es decir, debemos devolverle a las Autonomías Departamentales la competencia exclusiva de poder planificar y mirar al futuro a la educación en sus territorios, las diferencias culturales societales y de prioridades hacen que tener una educación centralizada sea incompatible con todo escenario de planificación seria para el desarrollo. 

 No se puede dirigir y planificar la educación de Bolivia desde unos escritorios en la avenida Arce, cada pueblo merece una educación de calidad acorde a sus necesidades particulares, aprovechando la diversidad de su riqueza cultural y por ello debemos empoderar nuevamente a los Gobiernos Departamentales para que definan por cuenta propia los destinos de los programas educativos, currícula, contenidos y calendarios.

¿Funcionaría? Veamos el caso de Santa Cruz con otro tipo de competencias, el Gobierno Departamental heredó un sistema de salud precario y sin recursos, logró administrar y ampliar los servicios de manera óptima en muy corto tiempo. 

 Con la educación no sería distinto, es posible imaginar un plan basado en plataformas educativas y TICS 2.0 para todo el departamento y sus provincias, integrando televisión, radio y con convenios de conectividad con las principales operadoras de telefonía celular, un plan agresivo de capacitación a docentes e incentivos a los centros educativos que mejor se integren a esta cruzada podrían ser algunas acciones de esta vuelta a la autonomía educativa. 

 Y es que mientras las instituciones estén más cerca de su gente, se toman mejores decisiones, más actores participan y se aceleran los procesos de desarrollo, es lo que otros llaman gobernanza. Mientras que el centralismo se complica con dificultades, Santa Cruz desde hace décadas viene demostrando que solucionar problemas y satisfacer necesidades para todos y de manera sostenible se ha vuelto un deporte departamental. ¡Devuelvan la educación a las Autonomías Departamentales! 


Alejandro Balcázar, Politólogo, Director de la Fundación Gobierno Abierto

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