Opinión

Disrupción creativa

1 de mayo de 2020, 3:00 AM
1 de mayo de 2020, 3:00 AM

*Dario Monasterio Suárez
Afrontaremos una nueva forma de relacionarnos socialmente luego de que pase la cuarentena. Quizás después de que estemos todos vacunados o seamos inmunes, algunas cosas vuelvan a la normalidad. Sin embargo, es también una oportunidad de crear una nueva economía en lo que será “el nuevo normal”. Toda crisis es una oportunidad, decían los chinos. ¿Contradicción?
Para empezar a analizar los efectos negativos y las medidas sugeridas para volver a la senda de producción mundial pre-Covid-19, no debemos olvidar que en Bolivia, en 14 años de gobierno del MAS, con su actual candidato a la Presidencia a cargo de los recursos del país en la mayor bonanza de la historia, no se hizo nada por la salud.
Estamos en una emergencia y el gobierno debió haber clasificado las prioridades de corto plazo (“para ayer”); de mediano plazo (de 1 a 6 meses de la llegada del virus al país) y de “largo” plazo (de 6 a 12 meses). Adquisición de respiradores, mayor cantidad de testeos y resultados en menor tiempo, adquisición de camas de terapia intensiva, lugares acondicionados para contagiados de menor riesgo, pago de bonos, subsidios (servicios básicos), reprogramaciones (créditos, impuestos). Para después quedarán el financiamiento para inversión y consumo, nuevo sistema impositivo, nueva matriz productiva, etc.
El diferimiento del pago de impuestos, además del paquete de medidas que incluye el financiamiento a empresas, con recursos del TGN y de las AFP, ojalá mejorando su rentabilidad, ayudan en el corto y mediano plazo en la liquidez para capital de operaciones, principalmente. El pago de un bono de Bs 500 es un paliativo temporal pero necesario que debió ser pagado en el corto plazo, pero evitando las aglomeraciones y los traslados de personas de otros municipios a las ciudades para evitar mayores contagios durante la cuarentena. El pago de los bonos ya existentes es una buena medida, al igual que el subsidio a los servicios básicos. También ayudan a la liquidez para mantener el nivel de consumo que ayuda más a los hogares más pobres, pero solo por un corto tiempo.
No nos olvidemos que el sector público ya tenía un déficit muy alto. Ahora también está la caída en el precio del petróleo que afectará en los próximos trimestres los ingresos del gobierno central, los de gobernaciones, municipios y universidades. Se deben reasignar los recursos del Presupuesto (PGE) 2020 y de los créditos ya contratados con organismos multilaterales y destinarlos a la emergencia, coordinando con estos el diferimiento de pago de capital e intereses. También se deben eliminar gastos excesivos del gobierno y transparentar la información y las adquisiciones en esta emergencia.
Los nuevos préstamos del exterior, ya sean del BID, CAF, BM, FMI o de otros bonos, sirven de partida doble: como fondos adicionales para afrontar la emergencia y como ingreso de divisas, aumentando las Reservas (RIN) que han caído y caerán en los próximos meses por la disminución en el precio del petróleo y la devaluación del Real Brasileño. La combinación de política fiscal (aumento del Gasto Público) con política monetaria (emisión monetaria), ambas expansivas, no debe distraernos de otros problemas que puedan aparecer como la estanflación: estancamiento económico con inflación, en momentos de equilibrios muy precarios entre la oferta y la demanda, agregadas.
Schumpeter llamaba destrucción creativa a los métodos de producción que quedaban obsoletos y se creaba una nueva forma, innovadora, de hacer las cosas. Es el tiempo de una mayor conciencia social y ambiental, priorizando la salud de los ciudadanos, retomando nuestro rumbo hacia una democracia renovada y plena en nuestro país.
*Economista y candidato a Senador por Santa Cruz

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