Opinión

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¿Dónde apunta América Latina en la guerra tecnológica energética?

Alvaro Ríos Roca/Exministro de Hidrocarburos/Socio de Gas Energy

6 de junio de 2021, 6:53 AM
6 de junio de 2021, 6:53 AM


En plena pandemia, durante 2020, acontecieron tres hechos muy relevantes. La Unión Europea lanzó una estrategia para impulsar la industria del hidrógeno (azul y verde) con un gigante gasto público de billones de euros en las próximas décadas de manera de generar y comercializar tecnología limpia al resto del planeta. 

No solo el cambio climático es lo que les interesa sino también dejar de depender de recursos fósiles que no los tienen y que les impactan negativamente. 

China se lanzó a declararse carbono neutral en 2060 casi que acompañando la Declaración de París donde muchos países aclamaron poder se carbono neutral en 2050. China es y será de lejos el gran fabricante de sistemas solares, eólicos y; por supuesto, baterías de almacenamiento a utilizarse en vehículos y baterías de respaldo para las energías intermitentes. 

China será también uno de los principales suministradores globales de material eléctrico para respaldar redes de distribución en sistemas cada vez más distribuidos, electrolineras y otros. Es decir, será el nuevo fabricante en escala de nuevas tecnologías de energías limpias. Obviamente que para fabricar todo lo anterior buscará minería intensiva en todo el planeta y manufactura en su territorio utilizando carbón, petróleo y gas natural.

Por último, está la llegada de los demócratas al gobierno en Estados Unidos. Aún no queda claro adónde apuntan su artillería en materia energética. Como buenos demócratas son verdes, pero veremos cómo les resulta el intercambio futuro comercial con China. ¿Dejarán de frackear las abundantes shales y se dedicarán a importar gran parte de China?

Muy recientemente la Agencia Internacional de la Energía (AIE, dominada por los países OCDE) publicaron un reporte en el que señalan que no hay necesidad de inversión para la búsqueda de nuevos combustibles fósiles y tampoco para desarrollar nuevos campos de petróleo y gas natural. Lo anterior implicaría que los agentes económicos se limiten a producir activos existentes y cambien inmediatamente sus inversiones a nuevas energías.

Las otrora poderosas empresas de petróleo y gas están siendo puestas contra la pared por sus accionistas. Estos están forzando a que empresas como Shell, Total, BP (europeas) dejen de invertir en proyectos de gas y petróleo. Y ahora se suman accionistas de empresas con base en EEUU, como Chevron y Exxon.

Los grandes fondos de inversión (retirados de los países desarrollados) no prestan un mango para nuevos proyectos con energías fósiles ni aun con el más limpio gas natural. Los más inentendible y paradójico; por ejemplo, resulta lo que acontece en Noruega que no prestan de sus fondos, pero el país sigue otorgando áreas, explorando y explotando gas y petróleo. Así nomás había sido.

La matriz energética de América Latina es bastante limpia per cápita comparada a los países de Norte América, Asia (China) y Europa, donde siguen quemando grandes cantidades de barato carbón. La base nuestra es hidroelectricidad respaldada por abundante gas natural. Sin embargo, organizaciones y empresas desarrolladoras de energías renovables (solar, eólica) no creemos que deberían estar pidiendo preferencias de entrada o subsidios para que puedan ser despachadas. Que entren si van a competir y bajar costos.

Finalmente, nos preguntamos: ¿qué estamos haciendo de México a Argentina como región para afrontar esta batalla tecnológica energética? ¿Será que algo de tecnología podremos someter a investigación y desarrollar? ¿Será que el famoso triángulo del litio desarrollará ciencia, tecnología, laboratorios, y grandes centros de manufactura de baterías de almacenamiento, por ejemplo? 

Más bien creo que reemplazaremos exportaciones de petróleo y gas por exportaciones mineras que se necesitan.

¿Qué harán Venezuela y México con sus ingentes recursos de petróleo y gas que aún tiene bajo el subsuelo? ¿Podrán Pdvsa y Pemex hacerlo solas? ¿Y Argentina, con su enorme recurso de Vaca Muerta? ¿Y Bolivia podrá generar un nuevo ciclo exploratorio para abastecer su mercado interno por los próximos 20 años hasta que pueda virar a las nuevas energías alternativas? Hay más preguntas, pero no hay espacio.

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