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11 de febrero de 2024, 4:00 AM
11 de febrero de 2024, 4:00 AM

Sergio Santivañez /Docente Unifranz

El crecimiento económico y acelerado desarrollo tecnológico están innovando la forma en la que realizamos transacciones. Esta tendencia no sólo está redefiniendo la experiencia del consumidor o cambiando sus hábitos, también está obligando a las instituciones a encarar políticas de educación financiera, dirigidos a jóvenes y ‘analfabetos digitales’.

En los últimos años, el país ha experimentado un incremento significativo con relación a la adopción de los medios de pago electrónicos. De acuerdo con datos del Banco Central, la utilización de tarjetas, ya sea de crédito o débito, presentó un 25% de aumento anual, esto también impulsado por los protocolos de seguridad impuestos, para prevenir contagios producto de la pandemia que sobresaltó al mundo entre 2020 y 2023.

Es en este periodo donde se observa la modificación en el comportamiento de pago de los consumidores, puesto que, al optar por canales no tradicionales, se simplificó el proceso transaccional, maximizando el impulso en la inclusión financiera.

La educación financiera tuvo un papel fundamental en esta transición, a medida que los bolivianos adoptaron plataformas digitales para gestionar el pago de diferentes productos o servicios. Sin embargo, para que este plan tenga éxito fue necesario que se comprenda aspectos fundamentales sobre la gestión de recursos y la seguridad financiera que el sistema garantizó a fin de minimizar riesgos financieros para los usuarios.

Es en este punto que las instituciones financieras tienen la responsabilidad de impulsar campañas de educación financiera, que abarquen el uso de plataformas como medios de pago electrónicos, así como el de la planificación presupuestaria y la seguridad en entornos digitales.

Un claro reflejo de la preponderancia que ha cobrado una economía cashless en Bolivia, es el uso de QR como medio de pago elegido por excelencia por los millenialls y la generación Z. Hasta abril de 2023 se registraron más de 20 millones de operaciones, con un crecimiento superior al 150%, comparado con la gestión 2022.

Empero, existe una grieta evidente entre el uso de los medios de pago electrónicos y la educación financiera. Si bien durante la gestión 2019 se tuvo un crecimiento exponencial en este aspecto, donde el 70% de la población realizó al menos una transacción en alguna plataforma autorizada por el ente regulador, tan solo el 40% de los usuarios posee conocimientos básicos sobre los mecanismos y buenas prácticas para proteger su información al compartirla de forma online.

Considerando el aumento de hechos delictivos en ecosistemas de pago con tarjeta no presente, es cada vez más evidente la necesidad de integrar un programa de educación financiera en la malla curricular de las unidades educativas y universidades, siendo los jóvenes quienes incursionan en nuevas soluciones de pago. De no integrarse un programa de estas características el riesgo latente se traducirá en situaciones de inseguridad para los usuarios, tales como el robo de identidad o la exposición a fraudes financieros.

Es crucial que las instituciones financieras implementen campañas educativas dirigidas a sus clientes proporcionando información sobre las características de seguridad de estas plataformas, la importancia de mantener contraseñas seguras y los protocolos de protección instaurados al momento de compartir información sensible, como ser el pin, cvv, fecha de vencimiento, contraseñas de acceso y datos personales, para evitar fraudes y reclamos al emisor por transacciones no reconocidas.

El crecimiento de los medios de pago electrónicos en Bolivia representa una oportunidad emocionante para modernizar las transacciones financieras, pero debe ir acompañado de un esfuerzo significativo en educación financiera para potencializar su uso y aceptación en los diferentes sectores que componen la economía del país.



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