15 de marzo de 2022, 4:00 AM
15 de marzo de 2022, 4:00 AM

En los aniversarios se acostumbra a alabar sin fundamento a la población o a la persona, esto no debe suceder con El Alto de La Paz, antes subestimada por su altura y panorama agreste, hoy, sin embargo, despliega impertérrita su personalidad, fortaleza de trabajo e imaginación cultural que deviene en progreso, además de su determinante influencia en las sucesivas elecciones.

Escribíamos con el concepto subestimada debido a que El Alto, por su altura, fue y sigue siendo perjudicada por apátridas que han menoscabado la actividad aeronáutica, bajo premisas de conocimiento anacrónicas y a la indisimulada intención de beneficiar a otras regiones. El aeropuerto de El Alto fue y sigue siendo, pese al debilitamiento de su infraestructura y su expansión necesarias, el principal aporte de pasajeros a la red troncal y aeropuertos departamentales.

El dinámico progreso en la fabricación de motores de propulsión con superior número de libras de empuje, facilita que en El Alto las aeronaves modernas puedan aterrizar y despegar sin dificultades, sin menoscabo a la capacidad en pasajeros y mercancías.

Culturalmente El Alto es una ciudad que estudia y sus jóvenes, con extremo esfuerzo, se desplazan a La Paz a las mejores universidades para formarse y aportar con su profesión a El Alto y a Bolivia y lo mejor, como estadística, es que la mayoría de los estudiantes son mujeres que garantizaran el futuro de las próximas generaciones y el progreso incesante de El Alto.

El Alto, como La Paz, son un crisol de afecto y calor humano sincero a quienes, originarios de otras latitudes, desean trabajar y consolidar el futuro de sus familias, que es lo que contribuye a la coherencia de una sociedad. Los alteños son conspicuos amantes del trabajo, como efecto de la naturaleza en que se originó hace décadas El Alto; esta afirmación está respaldada con la creación de nuevas expresiones culturales; se nota ostensiblemente que los alteños están transformando en positivo la arquitectura tradicional con expresiones propias que naturalmente pasarán a la historia.

El Alto necesita, por su extensión, una modernización práctica de su agricultura, siendo esta el futuro de El Alto, el Altiplano y todo el occidente. Para ello se debe contratar a los mejores expertos en agricultura, como son los israelitas, que han demostrado transformar un desierto en un vergel productivo; en El Alto la situación de la tierra es favorable debido a su demostrada productividad; solo requiere de la formación y aquiescencia de los propietarios rurales para ingresar a una productividad que les permita vender más y exportar, acción que podría transformar El Alto y al Altiplano en el granero de Bolivia y de Latinoamérica.

El Alto debe progresar sin pausa, absteniéndose de la política que causa división y retroceso; para ello sus autoridades deben cambiar ipso facto de mentalidad y pensar en El Alto antes que las directrices políticas de sus partidos políticos, dejando por siempre la endémica costumbre de la dilación y postergación de los trámites administrativos, autorizando, por ejemplo, a una nueva empresa solicitante en el día. Un servidor público que ama a su región debe conceptualizar su cargo despachando los trámites en el menor tiempo posible, o mejor, en el día. Así se progresa.

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