22 de marzo de 2024, 4:00 AM
22 de marzo de 2024, 4:00 AM

Con dos años de retraso, mañana se realiza la etapa crucial del Censo de Población y Vivienda: la del empadronamiento. Hay muchas razones para las que el proceso que ha seguido la preparación de esta tarea, de gran importancia para el desarrollo equitativo del país, haya sido escenario de confrontaciones, incluido un paro departamental en Santa Cruz de más de un mes.

Pero, mal que bien, llegamos a esta etapa, en la que los empadronadores deberán ir casa por casa para aplicar un cuestionario cuya elaboración ha sido objeto de polémica.

En todo el proceso, resalta la incapacidad del gobierno para convocar a la ciudadanía a esta tarea de la que será el principal beneficiario, por su visión centralizada del país, una mala información sobre las diferentes etapas que comprende su realización, y su aferramiento a viejos conceptos ideológicos sobre gobernanza.

También influyó para retrasar la realización del Censo el hecho de que una vez que se conozcan sus resultados necesariamente habrá que establecer un nuevo pacto fiscal y redistribuir los escaños en la Cámara de Diputados, ya que ambos están directamente relacionaos con la población de los departamentos. Así, unos obtendrán más recursos y otros menos, y esos mismos departamentos tendrán más diputados que otros. No porque unos “ganen” o pierdan” sino por los procesos de migración interna, pues la gente debe ser atendida en sus nuevos lugares de residencia y debe tener también diputados que la representen.

Por no tener clara la relación de población y coparticipación y escaños, es posible que haya pugnas luego de que se conozcan los resultados del Censo pues se abrirán escenarios de confrontación, porque tanto en cuanto a los recursos como a los escaños, se exige, por lo menos, mantener lo obtenido con el Censo de 2012.

La reacción respecto a la redistribución de dinero es comprensible: el dinero es necesario. Lo llamativo es la relativa al número de diputados por departamento. Se coincidirá en que casi sin excepción se critica a los diputados, hombres y mujeres, sin ninguna distinción. Pero, a la hora de aumentar o reducir su número, la pelea es dura. Es una situación que se ha repetido desde el Censo de 1976. Y siempre se tuvo que buscar salidas muy imaginativas, y no hay razón para creer que en esta ocasión el tema varíe.

Pero, lo que debe entender el gobierno es que su tranquilidad dependerá del manejo trasparente de las siguientes etapas hasta la difusión de los resultados. Si no genera mínimos niveles de confianza es posible que se presente un escenario de convulsión difícil de manejar.

Asimismo, es necesario insistir en que los resultados de un buen censo son fundamentales para la gobernanza del país, pues permiten planificar con racionalidad las planes y proyectos de desarrollo nacionales, departamentales y municipales. Así sucede en el mundo desde siempre y no por algo ya los romanos y los incas los realizaban:

“En aquella época, el emperador Augusto publicó un decreto ordenando que se hiciera un censo del mundo entero (…) Entonces todos fueron a inscribirse, cada uno a su ciudad de origen. José, que era de la familia y del linaje de David, fue a Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David llamada Belén, en Judea, a inscribirse, junto con María, su esposa, que estaba embarazada. “Y ocurrió que. Mientras estaban allí, a ella le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo” (Lucas, 2 1-7).

“El quipu, instrumento compuesto por una cuerda gruesa de la que pendía otras cuerdas verticales, identifica el avance estadístico durante esta época. Este elemento era utilizado para registrar el crecimiento de la población y la distribución de las tierras de cultivo. De esta manera, el primer Censo General del Imperio Incaico habría sido dirigido por el Inca Sinchi Roca (Siglo XIII). (Redacción El Comercio, Perú, 21/10/2017).


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