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6 de febrero de 2018, 4:00 AM
6 de febrero de 2018, 4:00 AM

Hace más de un mes un pintoresco puñado de ciudadanos hizo entrega pública de una carta al alcalde pidiendo respuesta a las dudas que una inquietante revelación había despertado. Los firmantes -entre ellos ex autoridades, periodistas, activistas y otros peligrosos especímenes librepensantes- preguntaban por qué, para qué, a cargo de quién, funcionaba el hasta entonces desconocido equipo municipal que llevaba años haciendo riguroso monitoreo cotidiano de las opiniones, críticas o denuncias que, en ejercicio de sus libertades democráticas, expresaban en las redes sociales estos y otros ciudadanos listados en planillas, informes y otros documentos que por esos días se habían filtrado y viralizado, despertando la indignación de muchos.


El secretario de Comunicación de la comuna negó en principio que tal unidad exista, pero ante el turbión de evidencias acotó luego que, si existiese, él no sabía absolutamente nada.


El alcalde nunca se pronunció. 


En su lugar, y ante el incendio que el silencio estaba provocando, entró en escena una “asesora externa” de la concejala Angélica Sosa, que informó en EL DEBER radio que el Cetav (así se había llamado la unidad: Comunicación estratégica en TIC para atención al vecino”) era iniciativa suya, asegurando que lo que hacía entre otras cosas era medir el impacto de las políticas municipales en las redes y de ninguna manera monitorear a nadie. En la misma entrevista la asesora invitó a los firmantes de la carta a reunirse con ella para más aclaraciones, recalcando eso sí que se haría “no a nivel institucional”. Dio por cerrado el asunto presentando una memoria oficial de 75 páginas de la develada unidad de “atención al vecino”. 


Aunque tal explicación parece haber satisfecho a la prensa, a mí me dejó confundido y preocupado. 


¿Ordenó la concejala Sosa la creación de una unidad de “comunicación estratégica” pasando por encima de la propia autoridad municipal de comunicación? ¿Por qué?


¿Cómo se explica que la persona encargada de concebir e implementar ese programa no sea ni autoridad ni funcionaria sino una asesora externa que, sin responder al ejecutivo responsable del área, conforme un equipo que nadie conoce (en la memoria del Cetav no hay un solo nombre, cuando todas las demás memorias municipales incluyen siempre un listado de los funcionarios del área), y sea desde esa nebulosa que se hayan creado y se administren páginas oficiales que hacen profusa comunicación institucional? 


Muchas más preguntas con antecedentes que nos preocupan hace años quedan pendientes: no caben en el espacio de este artículo, pese a mis intentos.


Comparto el raro honor de ser uno de los ciudadanos monitoreados, y como tal, sigo esperando las respuestas del alcalde. No me bastan ni la colorida y anónima memoria, ni la gentil oferta “no a nivel institucional” de la asesora externa, que sin ánimo de ser descortés, debo declinar. 


Ha pasado más de un mes.

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