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1 de diciembre de 2022, 4:00 AM
1 de diciembre de 2022, 4:00 AM

Por Valeria Jemio Hurtado, economista

El contexto de pospandemia y las repercusiones del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, dirigieron la senda de la inflación a niveles inéditos. Según el Fondo Monetario Internacional, la tasa de inflación a nivel mundial incrementaría de 4,7% en 2021 a 8,8% en 2022, la más alta desde 1996. Estas cifras sin precedente en el siglo XXI fueron explicadas principalmente por el incremento de alrededor del 40% en el precio del petróleo, además del ascenso de más de 25% en el índice mundial de alimentos.

Dichos sucesos han contribuido a desequilibrios mundiales explicados por el incremento en los precios de los combustibles y por las restricciones sanitarias en los principales puertos de transporte, desencadenando un alza histórica en los precios de envío.

En efecto, el aumento de los costos de transacción genera fricciones en los mercados, y tiene una relación inversamente proporcional con la competitividad de las empresas. Así, el mundo entero se ha visto afectado por estas complicaciones, que resultaron en mayores niveles de precios y reducciones en el poder adquisitivo. Los bancos centrales de economías desarrolladas intentaron frenar la inflación a través de incrementos en la tasa de interés referencial. Estas medidas generaron efectos en el costo del dinero y encarecieron la deuda. Por si fuera poco, y en línea con el alza en los costos de transporte, también se registraron incrementos en el precio de envío físico de divisas a nivel mundial.

Según el Grupo de Acción Financiera Latinoamericana, los países de la región demuestran una preferencia por dinero en efectivo, a diferencia de economías de Europa y Norteamérica donde las transacciones electrónicas son más utilizadas. Este fenómeno implica mayores costos de transacción relacionados con el envío de divisas, que en un 80% son transportadas vía aérea.

En consecuencia, las economías del mundo fueron afectadas por el alza en los costos financieros y de transacción, siendo obligadas a absorber las fricciones generadas en el mercado internacional. Bolivia no es la excepción, ya que enfrenta incrementos en el costo de la deuda externa ante la expansión mundial en las tasas de interés y también mayores costos administrativos por el transporte de dólares. Esta última cuestión fue reflejada en una modificación de la tasa de comisión variable que aplica el Banco Central de Bolivia a las entidades financieras para el retiro de dólares, que no fue alterada hace 8 años.

El incremento en la comisión sería asumida por los agentes de intermediación financiera, que a junio de 2022 anotaron un ascenso en sus utilidades del 46%. Según la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero, esta mejora se debe al crecimiento de los depósitos y de la cartera de créditos. Cabe señalar que en el último periodo, la banca ha ampliado sus márgenes de ganancia mostrando evidencia de la correlación positiva y estadísticamente significativa entre desarrollo del sistema financiero y crecimiento económico.

Por lo tanto, la actualización de la comisión por retiro de dólares es una medida administrativa, que debe ser interpretada como un procedimiento que cubre aquellos costos más elevados de importar divisas físicas. En definitiva, no hay nada más refrescante que una lectura adecuada de la realidad, para evitar expectativas negativas, ya que para todo análisis económico debe considerarse el contexto, las distorsiones del mercado y el comportamiento de los agentes.

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